Opinión

Los frutos de la poesía: Emilio Fuego (1952-2013)


 
 
 
Lina Zerón
 
 
El 6 de julio murió Emilio Fuego (Emilio Rodríguez Cruz, 1952-2013), fundador del Encuentro Internacional de Mujeres Poetas en el País de las Nubes, después de una ardua lucha contra el cáncer.
 

Emilio Fuego, como era conocido por todos, deja los frutos de 20 años dedicados a difundir la poesía escrita por mujeres a través de su Encuentro, pero sobre todo los frutos de su compromiso de llevar la poesía y un poco de esperanza a Oaxaca —el estado más pobre de México— y pueblos vecinos. Huajuapan de León fue la sede durante muchos años, para luego trasladarse a Noxistlán, Tlaxiaco y Tamazulapan.
 

El evento de las mujeres poetas nació a partir de un encuentro que se llevó a cabo en Huajuapan en el marco de la feria a principios de los años noventa. Al siguiente año realizaron el primer encuentro nacional de mujeres poetas con la asistencia de 24 estados representados, en el tercero acudieron 136 poetas de todas las entidades y para solventar los gastos económicos las distribuyeron en diferentes municipios para que las autoridades cubrieran los gastos; en seguida comenzaron a acudir mujeres de otros países. Las mujeres poetas llegaron incluso a los rincones más apartados de la Tierra del Sol, como Chicahuaxtla, Corralejo en Pinotepa y Río Limón en Chazumba.
 

El Encuentro Internacional de Mujeres Poetas en el País de las Nubes era un coloquio comunitario, cuyos momentos esenciales se llevaron a cabo en coordinación con las poblaciones mixtecas del sureste de México. El programa incluía también recitales, convivencias, debates y conferencias en universidades, instituciones culturales y plazas públicas de la ciudad de Oaxaca, para finalizar con un magno recital en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México. El Encuentro se realizaba desde 1993, habiendo pasado por él más de 1,300 poetas de todas las partes del mundo.
 

Si bien el encuentro era muy importante para la región, también la iniciativa de los talleres de lectura y escritura para los habitantes de Tlaxiaco y Huajuapan de León, así como el Festival Lulindi para los niños artistas de todas las ramas: músicos, pintores, escritores, que se llevaba a cabo cada año en Huajuapan. Emilio también organizaba un Festival para los niños, llamado Festival de los Prodigios, en el cual había mesas de debate sobre temas como caricaturas, libros, violencia en la televisión, relación con sus padres y preservación de la lengua indígena. Igualmente, durante siete años, publicó la revista cultural Yucunitzá, que se repartía gratuitamente en Huajuapan de León.
 
Emilio comenzó a sentirse enfermo a finales de 2010, y en enero de 2011 le dieron la noticia de que tenía cáncer. Me llamó a casa para que fuéramos a tomar un café y ahí me dijo que estaba enfermo. Yo le sugerí pedir una segunda opinión y fuimos a ver a mi médico familiar: el doctor Poo, en Médica Sur, quien al ver sus estudios, y después de hablar con él sobre sus posibilidades económicas, lo apoyó remitiéndolo de inmediato con un amigo en el Hospital de Nutrición, donde fue atendido durante más de un año. Su familia siempre estuvo junto a él.
 
Al confirmar el diagnóstico de cáncer en cuarta etapa, le ofrecí a Emilio que visitáramos a un médico alternativo y lo acompañé a que le implantaran células madre y le pusieran ozono intravenoso para ayudar a mitigar un poco sus molestias. Ese mismo año que fui a Nicaragua, conversando con el poeta Ernesto Cardenal, le comenté sobre la situación de Emilio Fuego y me dijo que comiera mucha guanábana todo el día, y así lo hizo durante muchas semanas. También me recomendaron la risa como terapia, y le presté todas las series cómicas que tenía en casa, como Big Bang Theory. Hicimos mantras juntos, repetimos oraciones de autosanación. Agotó todas las posibilidades.
 
Durante su lucha, fue muy importante la presencia vía telefónica, correo o en persona de todas sus amigas poetas, a quienes fue conociendo durante los 20 años que duró el Encuentro.
 
Hace apenas unos cuantos días me platicó que el próximo lunes —15 de julio— se haría una exposición de su fotografía en Huajuapan de León, que duraría dos semanas, cosa de lo que se está ocupando su hija Mariana.
 
Emilio Fuego nunca perdió la esperanza del 'gran milagro', como él lo llamaba cada vez que hablábamos por teléfono (prefería este medio que recibir visitas), donde me decía: "Estoy muy flaco, me veo muy mal, mejor por teléfono", y así lo hacíamos. Habíamos quedado en que una de sus terapias ocupacionales sería escribir sobre esta etapa que le había tocado enfrentar, pero aún no sé si lo consiguió.

Emilio ha muerto: la poesía siempre está viva y las semillas que plantó seguirán dando frutos.
 
 

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