La Aldea

Entre la complacencia y la firmeza

No es lo mismo hacer declaraciones lapidarias, que buscar soluciones equilibradas en beneficio del país.

El bono electoral de que gozará la nueva administración es aplastante. Sus –ya muy cantados, por cierto– 30 millones de votos de ventaja en las urnas le otorgan un respaldo y una legitimidad sólida, pero finita.

Los múltiples compromisos para garantizar la victoria que a lo largo de la campaña realizó AMLO, hoy representan, tal vez, el primero de muchos problemas.

El sindicalismo más radical –CNTE– exige hoy, con desmanes y excesos, le cumplan la cancelación total de la reforma educativa: Ojo, no la evaluación, no el servicio profesional docente, no el concurso por oposición de plazas… TODO. Lo más grave en este sector, lo hemos señalado antes aquí, es, ¿con qué sustituyes todas las aportaciones que la reforma sí hizo al sistema nacional de educación? Lo cierto es que no hay proyecto y los Foros, suspendido a sillazos el de Guerrero, pudieran haber pretendido constituir una herramienta para construir consensos, por un lado, y generar propuestas alternativas, por otro. Ambas rutas han sido reventadas por la CETEG.

El pacto virtual con Elba Esther, los constantes llamados al "sindicalismo libre y autónomo", parece la pavimentación para su regreso al SNTE. Iniciativa que el actual liderazgo del sindicato rechaza a toda costa, y que los más radicales y disidentes de la CNTE también aborrecen.

¿Cómo podrá la nueva administración complacer a todos sus públicos y aliados, sin provocar un conflicto? Difícil, si no imposible.

Ya aparecen en la Cámara voces independientes que pretenden "salirse del corral" e impulsar su propia agenda, por encima de los acuerdos con el nuevo equipo. Ahí están varios del PT que no pretenden esperar a la agenda legislativa de Morena.

Los líderes de las cámaras sueltan afirmaciones descabelladas y papelones de telenovela –Dolores Padierna, en uso excesivo desde el presídium, regañó fuera de lugar a los diputados– que parecieran dirigidos a complacer al caudillo. No son parlamentarios construyendo un proyecto legislativo: son activistas pretendiendo cautivar la simpatía del jefe máximo.

Otro terreno de abierta contradicción es el nuevo aeropuerto. Tanta campaña en contra, tantas declaraciones de desprestigio, ¿para acabar diciendo que sí se haga? La consulta, un mecanismo absurdo y poco creíble, realizado por organizaciones no profesionales para recabar la información, sin controles, sin filtros para evitar "chanchullos" al estilo de las firmas de los candidatos independientes, parece más un instrumento político para "acallar" a los disidentes que para contar con un auténtico termómetro de la opinión pública en esta materia. Sin embargo, los inconformes no se callan, todo lo contrario: los de Atenco están en pie de lucha para reclamar unos derechos que, afirman, les han sido arrebatados, los ambientalistas hablan de graves daños al ecosistema, y no faltan algunos arribistas que ven la oportunidad de negocio y extorsión –por supuesto, ninguno de los anteriores.

¿Cómo resolver la incompatible campaña en contra del NAIM con el daño económico y el desprestigio internacional que significaría, para el nuevo gobierno, echar abajo la obra?

No es lo mismo hacer campaña que gobernar, ¿verdad?

No es lo mismo hacer declaraciones lapidarias, que buscar soluciones equilibradas en beneficio del país, el país todo, no sólo unos grupos cuyo derecho a disentir y oponerse está perfectamente garantizado.

La inseguridad y el combate al crimen organizado es otro campo minado para la búsqueda de soluciones. La amnistía ofrecida y prometida, entendida como un instrumento de pacificación, deja insatisfechos y ofendidos a los agraviados, a las víctimas de los delitos, a los familiares que por miles han perdido seres queridos a manos del crimen. ¿Cómo perdonar? ¿Por qué perdonar? ¿Y la justicia?

Es imposible complacer a todos.

Aparecen claros signos de desobediencia en el grupo más o menos compacto que conquistó la victoria el 1 de julio. Diputados por la libre, senadores con su agenda, futuros integrantes del gabinete que se manifiestan en un sentido, en más de una ocasión, contrario al expresado por el jefe. ¿Es una reedición del Montessori foxista? O, ¿se trata de una imagen calculada de democracia y pluralidad?

Lo cierto es que si AMLO consideró que su sólo liderazgo bastaría para contener el arranque intempestivo de fuerzas y grupos en su propia agenda, aparecen claras señales de que mantener las riendas cortas y las expresiones alineadas, será una tarea mayúscula que requerirá de mucha mayor firmeza que complacencia.

Nadie dijo que iba a ser fácil, pero antes de empezar ya se han complicado gravemente algunos frentes.

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