La Aldea

¡Amárrenlo!

El enfrentamiento de Monreal con los bancos fue absolutamente innecesario, cuando aún no nos recuperábamos del carpetazo al NAIM, con todo y su consulta.

Para nadie es un secreto el daño y el impacto financiero para bancos, para la paridad cambiaria y para la Bolsa Mexicana de Valores (BMV), causados por la osada ocurrencia del senador Ricardo Monreal al proponer eliminar las comisiones bancarias, la semana pasada.

A ocho días de distancia, cálculos de especialistas financieros valúan en más de 800 mil millones de pesos en pérdidas –OJO, de valor accionario de mercado– el derrumbe accionario de instituciones como Banorte, BBVA, Citi y otros varios.

Monreal se fue por la libre, como parece está siendo su estrategia. ¿Qué pretende el senador al desafiar abiertamente al presidente electo? ¿Es sólo un juego de espejos para distraer a la ciudadanía?

Monreal presentó la iniciativa mediante el valioso servicio de la senadora por Chihuahua. Provocó reacciones enormes en mercados, bolsa y sector financiero, no por ingenuidad, porque si algo tiene el zacatecano es colmillo y astucia política.

Lo que está detrás de toda esta aparente confrontación, es la construcción de cotos de poder propios, personales, no sujetos a la fuerza o al impulso del caudillo. Monreal tiene aspiraciones de largo plazo. Por qué no, suceder a Andrés Manuel; por qué no, convertirse en una pieza clave en el Senado para instrumentar iniciativas, negociaciones, articulación de proyectos y propuestas, consolidación de bloques y votación. Un nuevo Manlio, como el gran factótum del Senado, como el hombre fuerte por el que tienen que pasar todas las grandes discusiones legislativas y nacionales.

Se sabe ya del pataleo bastante abierto entre Martí Batres, presidente de la Mesa Directiva, y el propio Monreal, por ejercer el control de la bancada, y dada su mayoría, en consecuencia de la Cámara.

Otro escenario de batalla y confrontación es la Ciudad de México, donde Monreal tampoco se repliega a pesar de que la elegida fue Claudia Sheinbaum. En la disputada selección por el liderazgo en el nuevo Congreso de la Ciudad de México (antes Asamblea Legislativa), la próxima jefa de Gobierno perdió la posición frente a un incondicional de Monreal.

Don Ricardo está convencido que tiene apenas unos cuatro años para construir cuadros políticos en posiciones clave que puedan ser el sustento de una eventual aspiración presidencial. Alianzas, apoyos, alfiles que respondan a su liderazgo cuando llegue el momento de disputarle la sucesión al elegido de AMLO, quien quiera que ese –o esa– pueda ser.

Lo veremos operar para inclinar la balanza en el Senado para la nueva designación de ministros en la Suprema Corte de Justicia. Lo veremos sentarse, como señor del poder y dueño del Senado, a negociar con bancos y empresarios, comisiones y canonjías financieras. Tejer alianzas con futuros benefactores de una eventual campaña.

Evidentemente es demasiada esfera de cristal, pero lo que vale la pena reflexionar es si todo esto lo hace con la bendición del presidente electo o lo hace por su cuenta.

Meterle el pie a Claudia y colocar a una cuña monrealista en el Congreso capitalino; regañar y dar lecciones en público a la señora Polevnsky, al señalarle que mejor atienda y resuelva los problemas de Morena; franco desafío al declarar que son un poder independiente y nadie les da órdenes.

Mucho protagonismo en un plazo tan corto, anda como dijeran en la escuela, muy 'sácale punta'. ¿Quiere el respaldo de AMLO para tener más controles y líneas de poder? ¿Quiere colocar a su grupo en los mandos locales y regionales de Morena, nuevamente con mirada larga al futuro? Es una incógnita, pero ciertamente ruidosa, innecesaria y muy, muy problemática.

Ya con el espinoso tema del nuevo aeropuerto en Texcoco, la ridícula consulta y el manotazo político del caudillo a los empresarios, se habían alterado suficientemente las aguas de los mercados y las cotizaciones: Moody's, Standard & Poor's, Fitch y otras varias. No necesitaba Andrés Manuel otra tormenta provocada por un senador en aras de ganar atención y notoriedad. El enfrentamiento con los bancos fue absolutamente innecesario, cuando aún no nos recuperábamos –seguimos sin hacerlo– del carpetazo al NAIM.

Ricardo Monreal esgrime una estrategia delicada, porque si en aras de ganar poder, atención, hilos de control legislativo, le provoca y causa más problemas al próximo gobierno, difícilmente gozará de las simpatías y apoyos del próximo presidente.

Se sabe que el designado secretario Urzúa recomendó al presidente electo mesurar y reducir este tipo de "anuncios" e iniciativas, que sólo alteran y alarman a los mercados.

Las correas no le van bien a Monreal. Pero alguien tendrá que ponérselas, antes de que cause más daño.

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