El Globo

Migrantes y comicios

Leonardo Kourchenko escribe que la Caravana migrante le viene como anillo al dedo a Trump, ya que representa un gran pretexto para vociferar sobre la seguridad nacional amenazada.

Los estadounidenses aman la idea de un presidente fuerte. Los remite a vagas percepciones de la superpotencia surgida en la postguerra.

Adoraron a Ike (Dwight Eisenhower) como presidente porque fue el líder y comandante vencedor de la guerra, aunque como presidente fue un político más del equilibrio, la mesura y el acuerdo. Consideraron débil a Truman –antes que Ike- aunque finalmente fue el responsable de lanzar la bomba.

Adoraron a Johnson por Vietnam, y después a Reagan por su estilo, su discurso, su personalidad, aunque fue el gran responsable del SALT I y el SALT II, los acuerdos de no proliferación de armas nucleares con la entonces URSS, pero pasó a la historia como el autor de la caída del Muro de Berlín.

Trump es perfecto para llenar ese rol. Siempre amenazante, hostil y hostigador hasta la médula, disfruta el lenguaje del gran líder mundial que pone al planeta en orden. A sus seguidores, los nostálgicos de la superpotencia –claramente en decadencia– les mueve todas las hormonas.

Pero resulta que hoy son minoría en Estados Unidos. Son fuertes, poderosos, dueños de negocios y empresas, pero no representan la mayoría del electorado. Lo veremos en la cita del 6 de noviembre.

Por lo pronto la Caravana migrante de centroamericanos le viene como anillo al dedo. Representa un gran pretexto para vociferar sobre la seguridad nacional amenazada, los riesgos que representan unos extraños y ajenos –aliens– para la vida americana. Todas patrañas.

En más de una ocasión en la historia política reciente de Estados Unidos han surgido conflictos, operaciones militares e invasiones incluso, en temporada electoral. Fue con Panamá y la histórica detención de Manuel Noriega –"el Hombre fuerte de Panamá" – para impulsar una imagen derruida de George Bush padre. Le resultó a su hijo con la cultura del miedo después de los atentados terroristas y la guerra contra el terror en Afganistán e Irak.

El componente de la superpotencia que defiende a sus ciudadanos de amenazas foráneas, ha sido un recurso utilizado en múltiples ocasiones. Algunas con sustento, otras sin él.

Pero lo cierto es que a Trump, la caravana, orquestada y financiada por alguien, se le acomoda muy bien en el calendario electoral para la renovación del Congreso, donde por cierto, los números no le favorecen.

Los republicanos y su vociferante "defensor de los derechos y la ley" Donald Trump, podrían reconquistar algunos escaños que según las encuestas, hoy tienen perdidos.

Para México es otra historia. Aquí no hay elecciones, sino próxima toma de posesión, y el nuevo gobierno estará en problemas con Washington si fortalece y repite el discurso del cuidado y protección a los migrantes, como el presidente electo hizo apenas ayer.

Es de esas historias donde quedas mal de forma obligada con algún sector: Peña y su gobierno, han elegido hacerle el servicio a Trump y detener a los migrantes "por las buenas"; me parece más en servicio de la victoria demócrata. Si los migrantes llegan a la frontera con EU y pretenden cruzarla, provocarán una crisis humanitaria de la que Trump, su muro, su partido y su discurso xenófobo y racista, se verán fortalecidos.

Si López Obrador los cobija, cuida y protege, como solicitó a Velazco y a Rutilio, gobernadores de Chiapas, iniciará mal su relación con la Casa Blanca. Imposible ganar en todas.

Para Trump es una joya en temporada: revise usted el componente del Medio Oriente "mezclado" en la caravana, para agregar un elemento de terror y suspenso. Nada funciona mejor que el miedo en elecciones. Pregúntele a George Bush Jr.

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