Opinión

La política y la reforma hacendaria


 
César Velázquez Guadarrama
 
El domingo pasado el presidente Enrique Peña Nieto presentó su propuesta de reforma hacendaria junto con un paquete de medias económicas y sociales entre las que se encuentran la creación de una pensión universal y un seguro de desempleo. Este paquete de medidas y reformas sin duda dará material para discutir por semanas y meses cuando poco a poco se conozcan los detalles y las posiciones de los diferentes grupos políticos pero ya es posible realizar algunos comentarios generales a la propuesta.
 
•La reforma fiscal no es una reforma que rompa con el modelo de nuestro actual sistema impositivo. La tendencia mundial es recaudar más a través de impuestos indirectos o al consumo (IVA en el caso mexicano) y menos mediante impuestos al ingreso. Es posible que la decisión de no cobrar IVA a medicinas y alimentos sea consecuencia de una negociación política y de no dar mayor combustible a las protestas en las calles.
 
•La reforma hacendaria parece más una propuesta recaudatoria y no una fiscal. Una reforma fiscal significa aumentar los ingresos sin subir las tasas impositivas o bajar las tasas impositivas y recaudar lo mismo. Tampoco es el caso.
 
•Debe aplaudirse la eliminación de una parte importante de los regímenes y tratamientos especiales en el caso del ISR empresarial. La pregunta es: ¿por qué no se eliminaron todos?
 
•La creación de la pensión universal es un elemento positivo y de justicia social que puede tener un impacto positivo en la reducción de la pobreza al igual que el seguro de desempleo.
 
•De manera implícita se está suponiendo que el gasto gubernamental es parte esencial del crecimiento económico. Si bien esto es cierto, importa mucho cómo y en qué se gastan los recursos lo que nos lleva a insistir en que tiene que haber  una mayor eficiencia en el gasto y en el combate a la corrupción. El gasto público ha crecido de manera considerable en los últimos años sin que éste haya tenido el impacto esperado en el crecimiento económico. Habrá quien diga que ese mayor gasto lo ejercieron gobiernos panistas pero el PRI ya sea con los presidentes anteriores o con sus gobernadores tampoco han dado buenos resultados. La legitimidad de la reforma se va a ver empañada si en el corto plazo no se notan cambios drásticos en el ejercicio del gasto y en la corrupción.
 
•Si bien es cierto que la población de ingresos socioeconómicos bajos no pagará más impuestos, y esto es de destacar, también es cierto que las clases medias se verán severamente perjudicadas. Aquí otra vez la importancia que este grupo poblacional vea beneficios tangibles por la parte del gasto.
 
•Los mayores impuestos a los refrescos son una medida políticamente correcta  y se está vendiendo como un remedio contra el sobrepeso y la obesidad pero es bien sabido que estos problemas son multifactoriales y que la población de menores recursos es la que más los consume, muchas veces como consecuencia de la escasez de agua potable. Si no hay una mejora considerable  en la provisión de agua potable en el corto y mediano plazo, es posible que el aumento del precio de los refrescos tenga un carácter regresivo sin que contribuya a la erradicación del sobrepeso y obesidad.
 
Como casi toda política pública, la reforma hacendaria presentada junto con el paquete económico presenta cosas buenas y otras no tanto. Pidamos por lo pronto que se haga una discusión seria en el Congreso.
 
cesar.velazquez@ibero.mx
 
 
Coordinador de la maestría en Políticas Públicas de la Universidad Iberoamericana.
 
 
 
 
 

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