Opinión

La maga de los verbos: Jamila y la creación del mundo


 
 
Roberto López Moreno

Me encuentro en medio de la creación del mundo. Una conflagración de letras que luego se reordena bajo severidad de autora. Nacen los nuevos estatutos, estadíos, estamentos. Y las historias fluyen, como mandadas a hacer por un mago que sólo extiende su varita de tinta; lezámica en momentos (lezamiano dicen todos, pero yo soy el autor de las Décimas Lezámicas, y lezámico ha sido, es y seguirá siendo para mí el albo término), el sexo, de hondos o protuberancias, auxilia pesos y medidas en esta ronda de relatos que son pequeños actos de magia gracias al donoso manejo del idioma.
 
 

Ratas en la alta noche se titula este libro editado por Malpaís Ediciones y que acaba de caer en mis manos para mis más entusiastas regocijos. Se trata del volúmen de cuentos de una escritora cubana, Jamila Medina, que más que escritora es una maga de los verbos, ya lo dije, que vive y nos hace vivir en su ámbito de deslumbramientos verbales, una mansión de 177 páginas de milagros.
 
 

Otros con los pies más en la tierra hablarían de 177 jornadas de arduo trabajo con el lenguaje. Me gusta más la idea del juego. De la columna vertebral de sus historias parten diferentes guías, diversas posibilidades para jugar con el lector, para sorprenderlo, para dis- traerlo con riquezas colaterales, con frases cultas, citas de personajes y hechos que ayudan a sombrear el texto, a confundir jugando, recuerdos de canciones populares (Miguel Matamoros, por ejemplo) muy cubano el asunto y alto universal al mismo tiempo artísticamente hablando. Y la columna central del relato ahí, sosteniendo el milagrerío verbal. Ah, y el sexo en medio, locura, gloria e infierno, arriba y abajo, derecha e izquierda, adentro y afuera. A veces mucho más adentro que afuera. Y un gran libro. Ratas en la alta noche de la cubana Jamila Medina.
 
 

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