Autonomía Relativa

Sorteos en lugar de inspectores

Juan Ignacio Zavala escribe sobre la suspensión de inspecciones que anunció el nuevo gobierno; señala que parece que la propuesta va sobre la supresión de los actos de autoridad.

No contento con acusar a la burocracia de haragana, a la prensa de ser traidora y a los militares de ser desleales y perpetrar masacres, López Obrador señaló la semana pasada que los mexicanos ya no necesitaremos de contadores públicos porque en su gobierno se van a suspender las inspecciones en cualquiera de las materias de responsabilidad del gobierno federal, lo mismo el SAT en los impuestos, que la Procuraduría del Consumidor con los abusos de los establecimientos. No más inspecciones dijo el presidente electo. Nada de tener temor a la autoridad porque la autoridad es amiga. Los enemigos serán los empresarios, los conservadores, porque el gobierno ya no pedirá que nadie esté preocupado porque le vayan a caer con lo de la revisión de los papeles. Como eso generaba extorsión, lo mejor es desaparecer a los inspectores y todos tranquilos.

Las declaraciones del presidente electo López Obrador se dan a toda hora y son de todo tipo. Metidos en el capricho de Texcoco, estas declaraciones pasaron con escaso revuelo. "Los dueños de los establecimientos sólo tendrán como obligación inscribirse en un padrón, se va a crear la plataforma de Internet, muy sencilla, y cada dueño de establecimiento comercial de una empresa va a manifestar bajo protesta de decir verdad que conoce la ley, que conoce los reglamentos, conoce sus obligaciones y van a actuar de manera responsable, y firma esa manifestación y queda inscrito. De manera muy sencilla, no se va a necesitar abogado, no se va a necesitar contador público". En ese anuncio adelantó que se van a suspender las inspecciones y fiscalizaciones a "establecimientos comerciales, mercantiles y de servicios; es decir, ya no va a haber fiscalización a las tiendas, a las empresas, a los talleres, a los restaurantes. Ya no va a haber inspectores del gobierno federal, inspectores de salud, de medio ambiente, etcétera" (El Economista 01/11/18).

Cualquiera que haya sido extorsionado por inspectores del gobierno federal, que se deben de contar por cientos de miles, debe estar agradecido con el planteamiento del presidente electo. Más aún cuando el anuncio va de la mano con el término de "confianza" con el ciudadano. En ese aspecto –y haciendo una analogía de juego de mesa– López Obrador avanza una casilla. Por supuesto, como en todo, está el otro lado de la moneda. Se deben contar por millones los que hemos sido víctimas de un engaño por parte de los comerciantes. Ya se sabe: kilos de a 800, reservaciones sin garantizar, piezas usadas que se dan por nuevas, pasajes sin garantía, comida caduca, boletos de eventos inexistentes, el abuso del ciudadano con el ciudadano ante la ausencia de autoridad. En ese aspecto, AMLO retrocede cinco casillas. Parece que la propuesta va sobre la supresión no del abuso, sino de los actos de autoridad.

Ni que dudar que se debe agradecer la supresión de la figura del contador público; esa suerte de mal necesario, al igual que el abogado, en la vida moderna llena de obligaciones y tribulaciones fiscales, en las que ambas figuras se las ingenian para encontrar vericuetos o para ser tan rigurosos como sea posible. Todo depende del cliente, como ya es sabido. Pero será imposible suprimirlos porque al final del día resulta que habrá "unos sorteos" (al presidente electo le encantan los sorteos, las tómbolas, las consultas, todo lo que huela a kermés) y algunos desafortunados –realmente muy pocos de los inscritos en el padrón– tendrán que ser inspeccionados, para lo cual necesitarán contadores y abogados. Ya sabemos quiénes serán inspeccionados: cualquiera que haya decidido opinar contra la 4T, participar en la oposición a los proyectos del gobierno o colaborar con alguna ONG. Esos serán los desafortunados a los que les "caerá" el sorteo. Los demás serán buenos ciudadanos.

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