Autonomía Relativa

La batalla por las palabras (variaciones en torno a un tuit)

Juan Ignacio Zavala escribe que López Obrador ha puesto el marco verbal en el que nos vamos a mover, pues son las palabras del líder las que guían las acciones de sus seguidores.

En días pasados puse un tuit bastante desafortunado sobre el arribo del nuevo oficialismo –la chairiza–. En cualquier otro caso pudo ser un tuit de broma, pero dadas mis ideas políticas y mi oposición férrea y pública al presidente López Obrador y lo que representa, el tuit tomó el camino político que debía. Me llovieron reproches –aceptados– e insultos –rechazados– que no me bajaban de clasista, racista, etcétera. Admito la torpeza de mi tuit –que no reflejó ni lo que pienso ni mi humor– y asumo la responsabilidad de lo hecho. No hay de otra. Sólo quedan dos frases al respecto: uno es amo de sus silencios y esclavo de sus tuits, y el ocio es la madre de todos los tuits.

Dicho esto, me queda claro que es sencillo provocar enorme rabia en los seguidores de AMLO. Me llama la atención porque son los ganadores. La correlación de fuerzas cambió el 1 de julio con el triunfo de López Obrador, pero para ellos no ha cambiado nada: siguen siendo víctimas y desde ahí actúan y los que perdimos somos victimarios. No quieren dejar el rol de la indignación porque lo hacían de manera profesional, y ahora tienen que ejercer el poder y sólo pueden insultar y descalificar. Dicen a sus opositores que no saben procesar la derrota y ellos se han mostrado incapaces de procesar su victoria. Se la pasan diciendo que somos una minoría irrelevante política y social. Pues para ser irrelevante le prestan demasiada atención, no saben vivir sin ella.

Hay que decir que uno de los triunfos de la mano con las elecciones fue el de las palabras. El presidente López Obrador ha puesto el marco verbal en el que nos vamos a mover, pues son las palabras del líder las que guían las acciones de sus seguidores. Por eso el ambiente está más rasposo que en campaña. Todo va en insultos. Nada más que solamente se valen desde el oficialismo hacia los ciudadanos que no piensan como ellos. Esto es: nosotros somos fifís, conservadores, entreguistas, clasistas, complotistas, oligarcas, neocacerolistas, fachos, blancos y ellos son... el pueblo bueno. De esta manera, cualquier adjetivo sobre ellos lo invierten en una suerte de insulto porque ellos representan a los desfavorecidos de la patria. Es una cancha muy desigual, por eso no dejan de llamar la atención en este sentido ciertas almas buenas pero de actuar inoperante, que creen que con buenas palabras conseguirán respeto. Sería ideal regresar flores cuando te avientan ladrillos, pero no hay flores y el ladrillo pega en la frente.

La palabra 'chairo' tomó carta de naturalización como la de 'fifí' (incluso el Colmex la definió en su Diccionario del Español de México. Chairo: Persona que defiende causas sociales y políticas en contra de las ideologías de la derecha, pero a la que se atribuye falta de compromiso verdadero con lo que dice defender; persona que se autosatisface con sus actitudes.). Al decir chairiza, me refiero a quienes apoyan a López Obrador, y no forman una clase social –aunque eso pretendan–: conforman un grupo político ahora en el poder, son el nuevo oficialismo en el país. Lo chairo infiere una demarcación política, no social. Tan chairo es Esteban Moctezuma, fifí entre los fifís, como Delfina o Nestora, que vienen de otros estratos sociales y económicos, se identifican en su causa política, como los panistas y los priistas con su partido.

Habrá que dar múltiples batallas para poder mantener la libertad de disentir. No dejarse es una de ellas; saber moverse en el campo verbal que ha impuesto el presidente es otra. El derecho a decir las cosas por su nombre se ganó hace mucho y no es privativo de triunfadores o perdedores, es un derecho que tenemos todos y sabremos dar también la batalla por las palabras.

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