Autonomía Relativa

Cambio de estrategia

López Obrador se ha colocado en los últimos quince años como el hombre que combate el triplete PRI-PAN-PRD.

Días agitados son los de los procesos electorales, los de las campañas –aunque nuestra absurda ley diga otra cosa, pues un candidato siempre está en campaña–. La semana pasada hubo de todo. Un grupo de anayistas –que podríamos decir forma parte del CEN del Frente– firmó una carta denunciando el uso de las instituciones en contra de su candidato. También lo firmaron otras personas que no son anayistas y que les preocupa el uso faccioso de las instituciones y que se les considere anayistas.

Todo parece indicar que las campañas están al revés. Gente de ideas respetables y que se reúne en torno al candidato del PRD, Ricardo Anaya, andan muy contentos porque el candidato cambió de estrategia: no más sándwiches automáticos, no más tráileres sin conductor, no más guitarritas como si fuera concursante de Cantando por un Sueño. Cambio total: ahora promete meter a Peña a la cárcel, darle duro al gobierno y al PRI. O sea, pelearse con quien, según sus conteos, está en tercer lugar. Espantar al presidente y colaboradores con meterlos tras las rejas. Convertirse en el antisistema para ganarle a AMLO. Buenísima idea del candidato que ha votado gran cantidad de iniciativas de Peña, que ha sido presidente de la Cámara de Diputados, presidente del PAN y candidato del PRD en tan sólo cuatro años.

Parece difícil competirle a López Obrador en ser antisistema y anti-PRI. Por más que digamos que es parte del sistema, lo suscribo –no ha hecho otra cosa que vivir del sistema–, él se ha colocado en los últimos quince años como el hombre que combate el triplete PRI-PAN-PRD, que tan acertadamente simboliza Anaya –el problema es que le da pena su propia carrera y su propio partido, por eso importa ideas y consejos de sus antípodas. AMLO, a pesar de eso, ha logrado situarse exactamente del otro lado del sistema, eso es claro para la gran mayoría de los mexicanos, y se ve difícil que lo tumbe de ese lugar, en tan sólo tres meses, un adinerado panista.

Por lo pronto, Anaya se ha ido al otro lado. No contento con ofrecer una comisión de la verdad contra el Ejército, ahora pedirá a la ONU que investigue los casos de corrupción del gobierno saliente. ¿Y el nuevo fiscal independiente y la Fiscalía Anticorrupción? Las baterías de Anaya estarán enfocadas en golpear a Peña –que anda bajísimo en aprobación, pero en el Frente sienten que pegarle más les da votos– y en decir que AMLO pactó con el PRI.

Pegarle a Peña parece fácil y es deporte nacional –muy merecido por cierto–. Pero lograr que AMLO quede como el que pactó con el PRI, está difícil. De entrada, como dice el propio López Obrador, él sólo ha visto a Peña dos veces, y fue en los debates de 2012. Anaya lo ha de ver visto múltiples ocasiones, y como dijera su correligionario Javier Corral, no se le cansaban las manos "de aplaudirle a Peña Nieto". La senadora número uno de la lista del PAN recibió cientos de millones del gobierno de Peña Nieto, por ejemplo. Y así se puede seguir el rosario de pactos y acercamientos, la mayoría de ellos perfectamente legítimos en el ámbito político, de lo que AMLO llama PRIAN. La nueva estrategia parece más bien una buena columna de sus asesores que algo que le genere rédito electoral en la competencia.

Por lo pronto, parece que AMLO –se le crea o no– toma la vía tranquila, de la conciliación, de la inclusión y el panistaperredista anda dinamitando todo lo que puede, está metido en escándalos financieros y hace campaña para ser sheriff o Ministerio Público.

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