Parteaguas

Rentando oficinas con las elecciones encima

Las oficinas en renta son uno de los negocios en que se invierten nuestras Afore pero, ¿cambiará su destino con la elección?

En el octavo piso del edificio de la Bolsa Mexicana de Valores (BMV), en Paseo de la Reforma, hay un salón desde el cual puede verse qué hicieron con el dinero de nuestras Afore, o con buena parte de éste. A los trabajadores nos hicieron inversionistas inmobiliarios. Viviremos de nuestras rentas.

Volteen a la izquierda, hacia Bucareli, y habrá edificios nuevos; a la derecha, hacia Chapultepec, lo mismo. Brillantes inmuebles en donde con frecuencia es posible encontrar una leyenda: 'Oficinas en renta'.

Ese salón de la BMV es emblemático. Es ahí en donde ocasionalmente se presenta el proyecto de quien compra o construye esos edificios para rentarlos. Ese individuo consigue el dinero cuando en ese lugar representantes de las Afore se lo prestan. El nombre del instrumento financiero que lo permite es Fibra. Los trabajadores formales somos dueños en parte de varias Fibras de las que cobramos rentas, por ejemplo, de los inquilinos de la Torre Mayor, que pertenece a Fibra Uno.

Estamos en elecciones. ¿Cómo le irá al negocio de alquiler de oficinas del que depende el dinero de nuestro retiro? Parece que puede mejorar sólo por una razón impredecible: los recientes sismos. Mejorará, pero sólo un poco.

Vamos por partes. Hace un año conversaba tras bambalinas con dos directores de bancos administradores de Afore mientras esperábamos turno para participar en un panel de discusión. Les pregunté acerca de esos abundantes letreros: 'Oficinas en renta'. Su diagnóstico coincidió con el mío: no había clientes suficientes para llenar tanto espacio vacío. ¿La consecuencia?

"Los precios de renta en ciertos activos están 20 por ciento abajo respecto de aquellos de hace dos años en la Ciudad de México", reveló el resultado de una reunión ocurrida el mes pasado entre directivos de la administradora de inmuebles CBRE y analistas del banco estadounidense JPMorgan.

El encuentro está consignado en el reporte Mexico Real Estate. Key takeaways from meeting with CBRE Mexico. El panorama no es para festejar, salvo, atención, justamente para las oficinas de mayor vanguardia, aquellas denominadas clase A.

En resumen, la empresa inmobiliaria que encabeza en México Lyman Daniels —un posgraduado en administración de empresas por Thunderbird y por el Tec de Monterrey— espera que en el corto plazo se renten 50 mil metros cuadrados de ese tipo de oficinas por quienes abandonarán estructuras en riesgo por sismos. ¿Quieren una dimensión? Eso equivale a dos tercios de la Torre Mayor, aproximadamente. El mercado de oficinas en general en la Ciudad de México cuenta con 8.4 millones de metros cuadrados.

A como están las cosas, Adrián E. Huerta, de JPMorgan, basado en la opinión del equipo de CBRE, expuso dos posibles escenarios para la ciudad.

Uno. Que el mercado de oficinas se comporte como en 2004 durante los dos siguientes años, más claro: más oficinas de las necesarias llevarán a una caída de 20 por ciento en los precios de renta, al tiempo que esa baja permite una rápida ocupación.

Dos. Una baja menos acelerada en la tarifa de alquiler aumentará la desocupación a 20 por ciento desde el 16 por ciento actual.

En ningún escenario es perceptible una época de abundancia en camino.

Muchos de esos edificios fueron planeados para recibir a ejecutivos de empresas que atraen las reformas estructurales, por ejemplo, la petrolera. Lentas han sido éstas para generar crecimiento.

Habida cuenta de que en esta época de campañas las reformas parecen amenazadas, hay que ver de dónde vendrán los inquilinos en el futuro si alguien las bloquea. Una pregunta obligada: ¿por qué invirtieron las Afore en oficinas? Porque con todo y todo, el negocio de las clase A hoy deja un margen anual de 7.5 por ciento que le gana un poco a la inflación.

COLUMNAS ANTERIORES

La energía de Claudia
¿La Comer se ‘come’ a Soriana?

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.