Parteaguas

Las ‘amenazas’ de Trump y AMLO

La capacidad de Donald Trump y de López Obrador para cambiar las respectivas economías es limitada.

Hay dos lastres que arrastra la actividad de negocios en México desde 2016 adicionales a la corrupción y la impunidad que afectan todo: Las constantes amenazas de un presidente hostil como Donald Trump y la tensión por la llegada de un cambio de régimen con una posible presidencia de Andrés Manuel López Obrador.

Ambos factores exponen cada decisión a la incertidumbre. ¿Construyo estas oficinas para rentarlas? ¿Invierto en esta nueva planta?

El riesgo existe, pero merece un mejor análisis.

¿Recuerdan la planta de Ford que frustró Trump en San Luis Potosí? Este año México rompe récord de exportaciones automotrices gracias particularmente a dos empresas: Ford y GM. Sus envíos al extranjero avanzaron en febrero 30 y 67 por ciento por ciento respectivamente.

La economía nacional usa poderosos escudos que protegen su inercia, algunos incluso ajenos.

El principal es el capitalismo estadounidense que tiene en México una herramienta para maximizar utilidades. ¿Por qué después de tantos gritos todavía opera el TLCAN?

Pongan este número en su cabeza: 7.8 por ciento. Es el porcentaje de impuestos o aranceles promedio que de acuerdo con fuentes gubernamentales pagará quien exporte un coche de México a Estados Unidos si se acaba el Tratado, conforme a las reglas de la OMC.

Este promedio pondera el altísimo chicken tax de 25 por ciento que pagarían las camionetas hechas en México al cruzar hacia el norte.

A los empresarios les salía barato hacer coches en México antes de la depreciación del peso que inició en 2014. La devaluación sólo aumentó ese ahorro y ahora supera cuatro mil dólares por vehículo, reveló la consultora Ernst & Young en un texto escrito por Axel Sánchez para EL FINANCIERO. Es un descuento que Trump no ha compensado con una oferta mejor. Afectar a los empresarios estadounidenses con una salida del TLCAN que los obligue a administrar y pagar aranceles golpearía sus ambiciones políticas.

Luego está AMLO a quien algunos atribuyen la capacidad de destruir la economía del modo en que lo hizo Hugo Chávez en Venezuela.

Dos propuestas radicales ilustran la amenaza: su intención de revisar contratos petroleros recientemente firmados transparentemente con empresas privadas y los precios de garantía que prometió a productores agrícolas por sus granos. Meter de nuevo al gobierno en el mercado, en pocas palabras.

Un ajuste en los contratos petroleros pasa por entrar en conflicto con empresas de naciones de Europa, Asia y toda América, el descrédito internacional golpearía su eventual presidencia.

Puede hacerlo, pero el costo sería muy alto para un AMLO que ha mostrado ser pragmático y puede optar por recibir para su posible gobierno los millones de dólares en impuestos y utilidades que anuncia la creciente producción petrolera privada.

Los precios de garantía que prepara el candidato podrían lucir más como algún futuro esquema de compensación adicional para campesinos pobres, de acuerdo con cercanos asesores de su candidatura. Poncho Romo es el principal de ellos y él depende de que continúe el libre mercado de granos para hacer dinero con su empresa Enerall en su reciente asociación con Cargill en México. Sus asesores se oponen a los precios de garantía, a cualquier intervención en el mercado.

La semana pasada Trump ablandó su castigo de aranceles al acero y el aluminio; Andrés Manuel ante banqueros prometió no afectarles.

La economía mexicana es ya muy grande como para moverla a capricho y ambos son conscientes de ello. Conviene empezar a enfriar el miedo.

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