La Nota Dura

Planes opuestos

Javier Risco cuestiona si, así como la CDMX decidió no implementar la Guardia Nacional, ¿cualquier gobierno estatal podrá decidir no formar parte de estos 266 cuadrantes de seguridad?

Hay algo que no entiendo en todo el debate que rodea el Plan Nacional de Paz y Seguridad presentado por el gobierno en transición de Andrés Manuel López Obrador, bueno en realidad hay varios puntos en el aire, pero hay uno en particular que abre las puertas del desconcierto. Hablo de la respuesta del Gobierno de la Ciudad de México ante la propuesta de la Guardia Nacional y la militarización de este país. No digo que sea mala la respuesta de la jefa de Gobierno electa, Claudia Sheinbaum, no, en realidad me tranquiliza, y creo que es el mejor camino para enfrentar la violencia y al crimen organizado, pero deja un campo de dudas ante su contrastante visión con la propuesta de Andrés Manuel López Obrador.

Primero el planteamiento del gobierno electo; el periodista David Marcial Pérez describe el plan de la Guardia Nacional de manera precisa: "Desde el 1 de diciembre México contará con un nuevo cuerpo militar que patrullará las calles del país. 'Se tratará de una fuerza adicional a las Fuerzas Armadas ya existentes y que se integrará en la Secretaría de Defensa', apuntó Cresencio Sandoval. La creación de este nuevo estamento será gradual durante los próximos tres años. De manera inmediata, se incorporarán miembros de la policía militar, naval y federal. El siguiente año, militares en activo […] Su implantación también será gradual en los 266 cuadrantes en los que será dividido el país según dos criterios: tasa delictiva y densidad de población […] López Obrador justificó la instauración de una nueva autoridad militar para labores policiales, adelantada ya durante los últimos meses, en que 'hay mucha descomposición en los cuerpos policiales'".

De la definición pasada vale la pena resaltar tres puntos: el primero, por supuesto, la presencia de militares patrullando las calles del país; el segundo, la implantación a través de cuadrantes, basándose en su tasa delictiva y densidad de población, y, por último, la descomposición de los cuerpos policiales y el abandono total de la Policía Federal –el propio AMLO lo ha dicho, su desaparición será "poco a poco"–. En este sexenio se borra cualquier tipo de estrategia con instituciones de seguridad civiles.

Dicho esto, el gobierno de Claudia Sheinbaum ha respondido de manera contraria a este planteamiento en los adelantos de su plan de seguridad para la ciudad. Jesús Orta Martínez, próximo titular de la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México, en entrevista en La Nota Dura, en El Financiero-Bloomberg señaló: "La jefa de Gobierno electa (Claudia Sheinbaum) fue muy directa al respecto... las Fuerzas Armadas no estarán presentes en la operación policial cotidiana de la ciudad; es decir, esa tarea se deja a la Secretaría de Seguridad Pública, eventualmente Secretaría de Seguridad Ciudadana, y sólo en caso de operativos especiales, que tengan que ver con delitos del fuero federal, intervendrán esas fuerzas nacionales". Incluso señaló que tanto él como la próxima jefa de Gobierno ya se habían reunido con el próximo titular de la Secretaría de Seguridad Pública para hacerle saber esto y establecer lineamientos de coordinación; todo parece indicar que él no se opuso a esta propuesta. Además de esto afirmó que la propuesta de seguridad de la CDMX incluye el fortalecimiento de la policía local –esa que el propio López Obrador ha dicho que no es íntegra ni profesional–, lo que significa claramente una demostración al presidente electo de que al menos en la ciudad más importante del país las instituciones civiles no están perdidas.

Esta controversia, estas visiones tan distintas de la seguridad, plantean una serie de dudas que ponen en jaque el nuevo Plan Nacional de Paz y Seguridad: así como la Ciudad de México decidió no implementar la Guardia Nacional, ¿cualquier gobierno estatal podrá decidir no formar parte de estos 266 cuadrantes de seguridad? ¿Cualquiera puede optar por el reforzamiento de la policía local y darle la espalda al plan nacional? ¿Del presupuesto local en seguridad se puede seguir invirtiendo en policías cuya extinción está planteada por el nuevo gobierno federal?

En fin, no se le ha dado el análisis suficiente a una de las grandes contradicciones de esta etapa de transición, no se trata de una adaptación de un plan, estamos hablando de una estrategia completamente diferente para la ciudad. En lo que se acomoda el nuevo gobierno, la incertidumbre vuelve a ser la constante en un tiempo de estridencias.

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