Javier Murillo

Siri no es tan inteligente como la pintan

Javier Murillo sostiene que nada nos parecerá inteligente hasta que verdaderamente nos resuelva algún problema del día a día.

Javier Murillo es fundador y presidente del Consejo de Metrics

El 4 de junio, Apple presentará en San José, California, la siguiente versión de su sistema operativo, iOS 12. Y en los foros especializados y de fans las especulaciones están a tope en esos días.

Aquí, no. Aquí apuntamos que Siri, máxima expresión de Inteligencia Artificial (IA) de Apple, nos decepcionará. ¿Soy pesimista? No, realista. Las expectativas en esta fase de innovación tecnológica siguen siendo muy altas, directamente proporcionales al nivel de desilusión que generan en la práctica. Y esto es una ley en los negocios tecnológicos. Nada nos parecerá inteligente hasta que verdaderamente nos resuelva algún problema del día a día.

En la industria se sabe que 80 por ciento del mercado no está dispuesto a ser parte del cambio. A los usuarios no les gusta pagar el precio de la innovación: hacer pruebas y notificar las fallas; quieren productos terminados y funcionales. En esta fase de la tecnología inteligente la mayor parte sigue en fase de desarrollo y perfeccionamiento.

Lo cierto es que la IA tiene numerosas anécdotas de los llamados 'fails'. Y las asistentes virtuales son el mejor ejemplo; las tareas que son capaces de hacer apenas son superiores a programar una notificación o atender un chat, pero la etiqueta de "IA" eleva enormemente las expectativas. La gente al leer "inteligencia" espera que sea más inteligente que ellos.

En YouTube hay cientos de videos de gente burlándose de Siri: porque no entiende bien las órdenes, responde frases graciosas ante preguntas como "¿Quién es Dios?" y cuando confunde nombres.

Ahora evocamos los fails más célebres. Como cuando Alexa, la asistente virtual de Amazon, cargó a la tarjeta de crédito los juguetes que le pidió una niñita por comando de voz. La anécdota es amable si se compara con Tay, como se recuerda ahora a la robot racista de Microsoft, que en 2016 fue presentada para mantener diálogos con usuarios de redes y terminó declarando su simpatía hacia Hitler.

Casi tan escalofriante como los bots de Facebook, que en 2017 fueron apagados pues empezaron a interactuar entre sí, creando un lenguaje propio que se salió de las manos de sus programadores.

Tras estas experiencias convendría más llamar a Siri, Alexa, Cortana y las que se acumulen simplemente "asistentes virtuales". Al menos hasta que la tecnología haya avanzado lo suficiente.

Los humanos seguimos esperando perfección de la IA. Dentro de poco, cuando se use más como un polígrafo para interrogatorios, para decidir si se vincula o no a una persona a un delito, más nos valdrá que funcione a plenitud.

Porque, eso sí, de jueces y jurados podemos tolerar errores de juicio. Pero nunca de la IA que nos rodea. De ahí que la exigencia hacia el desempeño de Siri y de todo lo que prometa ser "inteligente" en la tecnología, que lleva sobre sí la enorme carga de las expectativas colectivas.

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