Jacqueline Peschard

La política nacional requiere de partidos

La figura de candidato independiente no sólo depende de la voluntad o determinación para darle viabilidad, también requiere de estructura, conocimiento técnico y experiencia política.

Al calor de las campañas políticas, la renuncia de Margarita Zavala vino a refrendar el escenario de polarización de esta elección, en donde lo que parece estar en juego es si gana el miedo a López Obrador o el hartazgo frente a gobiernos corruptos e ineficaces. Al anunciar su declinación, la candidata presidencial independiente fue enfática en invocar una razón pragmática y racional, ¿para qué seguir invirtiendo recursos escasos si las tendencias de las preferencias electorales no la favorecían? Sin embargo, también afirmó que había recibido presiones de ciudadanos y empresarios para dejar libre el camino, entendemos que para que sus simpatizantes optaran por alguno de los dos candidatos más competitivos, ubicados en el flanco contrario a AMLO.

Está claro que la excandidata presidencial no es dueña de los votos de sus simpatizantes, pero en el imaginario político la gran pregunta ha sido si responderá al llamado de Anaya o de Meade de sumarse a sus candidaturas y, con ello, transferirles el respaldo electoral con el que contaba.

Una lectura estrictamente coyuntural de la renuncia tiene implicaciones también para la organización de las elecciones y para la certeza de los votantes, primero porque el nombre de Margarita Zavala seguirá apareciendo en la boleta, pues ya no hay ni tiempo ni dinero para reimprimir las cerca de 90 millones de boletas presidenciales que se utilizarán el 1 de julio y, segundo, porque seguramente habrá ciudadanos que crucen su nombre por equivocación, invalidando su voto de manera involuntaria.

Desde una óptica de más largo plazo, su renuncia es la confirmación de que la política nacional se hace con partidos políticos; que no es suficiente la voluntad política o la determinación y hasta la ambición personal para darle viabilidad a una candidatura presidencial. Se requiere de estructuras organizativas, de conocimiento técnico y de experiencia en la operación política; se necesitan cuadros directivos y por supuesto recursos financieros para desplegar una campaña política eficaz de cobertura nacional.

Parecería que esta afirmación es cuando menos atrevida, en un ambiente en el que los partidos políticos están profundamente desprestigiados y han resultado incapaces de edificar un piso mínimo de confianza ciudadana. Además, en estas elecciones tan reñidas lo que se somete a debate no son proyectos de país, sino el potencial de arrastre de las personalidades de los candidatos, y esta es apenas la primera contienda presidencial con candidaturas independientes; es decir, no ha habido tiempo para entrenarse en esta nueva figura política que tantas expectativas despertó para refrescar a la vida política de nuestro país. Al margen del futuro de las candidaturas independientes, la operación de la política nacional requiere del concurso de partidos políticos.

El volumen de trampas que se registró en el proceso de recolección de firmas de apoyo para candidatos presidenciales independientes, que no dejó lugar a justificaciones por errores involuntarios, reveló la existencia de malas prácticas muy arraigadas; más grave aún: que la simulación es una fórmula recurrente para alcanzar un objetivo político. Se podrá argumentar que el problema está en las leyes que regulan dichas candidaturas independientes, porque establecen el requisito de un número enorme de firmas de simpatizantes; sin embargo, hay que recordar que se trata de competir por el más alto cargo político del país.

La política nacional y las elecciones para ocupar la presidencia no pueden ser producto de ocurrencias, o de figuras con discursos iluminados. Por ello, concuerdo con quienes sostienen que las candidaturas independientes siempre tienen alguna una organización política detrás, o con quienes piensan que dicha fórmula puede prosperar mejor en ámbitos municipales o locales, justamente porque es ahí donde es posible tener una comunicación más cercana entre candidatos y electores.

A cuarenta días de la jornada electoral, el escenario después de la renuncia de Margarita Zavala no es muy diferente del que prevalecía con anterioridad, salvo porque antes había una candidata mujer. La polarización y la violencia verbal seguirán siendo la nota distintiva, pero después vendrá la fase de los reacomodos y ahí los partidos políticos cobrarán centralidad. Ojalá que ello sirva para que se sometan a un proceso de genuina autocrítica.

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