Isabel Cruz

Pronafim (2001-2018): financiando la desigualdad

La promoción de las microfinanzas en México ha llevado a saturar ciertos mercados y a la aparición del fenómeno de sobreendeudamiento, dice la columnista.

Unas pocas Microfinancieras han crecido y alcanzado rentabilidad al amparo de los recursos públicos del programa Pronafin. Nacido en 2001, el programa nacional de financiamiento al microempresario, ha sido una política pública secuestrada por la iniciativa privada de un puñado de microfinancieras que emulando al microcrédito y al discurso de "alivio a la pobreza" en su modus operandi aprovecharon para hacer buenos negocios en base a la pobreza.

Entre 2006 y 2018 el Pronafim financió 17,323 millones de pesos destinados a financiar a personas que tuvieran un negocio o pensaran establecerlo. En el periodo 2012 y 2016 participaron en el programa 160 Instituciones de Microfinanzas (IMF); pero sólo (4) concentraron el (33.7%) de la cartera, mientras sólo (10) instituciones acapararon más de la mitad (52.9%) del total. Estas instituciones no parecerían requerir de los subsidios del Pronafim, ya que operan con grandes volúmenes de capital: los activos de las cinco principales sociedades financieras populares (sofipos) que participan en el programa ascendían, en septiembre de 2017, a 8.8 mmdp (CNBV, Boletín Estadístico 2018).

En el discurso, Pronafim apoya a personas excluidas del sistema financiero, pero veremos que estas personas no son las más pobres, puesto que para los años 2014 y 2015 el Pronafim sólo 7% de las personas acreditadas en Finafim y 4% en Fommur son indígenas, menos de la tercera parte de las personas acreditadas (32.5%) vive en localidades rurales (Perfil del microempresario, Pronafim 2018). Adicionalmente, las tasas permitidas por el programa han alcanzado el estatus de USURA formalizada y promovida; en 2016 las IMF recibían recursos con tasas del 3 al 10% anual, mientras prestaban a tasas del 30 al 116.7% anual (datos de la Auditoria Superior de la Federación).

El programa se ha dirigido mayoritariamente a las mujeres: 94 por ciento de los créditos se han canalizado a las mujeres y sólo 6% a los hombres. No obstante, el monto promedio de los créditos otorgados a las mujeres es considerablemente menor: $9,890 contra $16,912 del promedio de los créditos que obtienen los hombres. Asimismo, la mayoría del financiamiento a las mujeres está concentrado en una sola actividad: el 59.2 por ciento se destina al comercio al por menor de alimentos, bebidas y tabaco, mientras en el caso de los hombres la misma actividad representa sólo el 37.7 por ciento. (Reporte al primer trimestre de 2018).

La promoción de las microfinanzas en México ha llevado a saturar ciertos mercados y a la aparición del fenómeno de sobreendeudamiento. Este fenómeno causado por la presencia de una, dos, tres o hasta ocho o nueve microfinancieras en los mismos lugares, prestando en base a la metodología de Bancos Comunales o Créditos Solidarios, se han convertido en una herramienta de secuestro financiero de clientes mayoritariamente mujeres (96 por ciento de beneficiarias) pagando intereses y capital cada semana y cada quince días a microfinancieras sin ética ni respeto por los procesos de capitalización de sus clientes.

Diversas evaluaciones de Coneval, Auditoria Superior de la Federación han cuestionado los resultados e impactos del programa en la población beneficiada. La función y redefinición de este programa supuestamente enfocado a "empoderar mujeres" debe ser una prioridad. De paso, el nuevo gobierno deberá pronunciarse sobre la USURA institucionalizada y revisar el fenómeno del sobre endeudamiento.

*Asociación Mexicana de Uniones de Crédito del Sector Social, A.C.

email: isacruzh@gmail.com

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