Contracorriente

Sin miedo

Guillermo Knochenhauer escribe sobre el discurso del presidente electo tras la consulta ciudadana sobre el NAIM y la opinión de los empresarios sobre la aplicación de este tipo de democracia.

"Sin miedo", dijo AMLO en su discurso ante la prensa acerca del resultado de la consulta sobre el aeropuerto de la Ciudad de México. ¿Sin miedo a qué? A la democracia directa y al chantaje de los mercados financieros. ¿Debería tener miedo?

"¿Quién manda? ¿No es el pueblo? ¿No son los ciudadanos? ¿No es eso la democracia?", preguntó López Obrador.

En la democracia representativa no es el pueblo el que manda, sino las élites, pero la democracia directa, en una sociedad tan profundamente desigual como la nuestra, encierra el riesgo, que AMLO parece dispuesto a correr, de polarizar posiciones y poner nerviosos a los mercados.

La democracia que se ha venido construyendo en México, a paso muy lento desde hace casi cuatro décadas, es electoral-representativa, promotora de la creencia irreflexiva en la igualdad de todos ante el Estado y la ley, y en la libertad individual de cualquiera que se lo proponga, para acumular riquezas.

Nada que ver con la realidad social y económica de la inmensa mayoría en nuestro país.

En ese sentido es que vale considerar a la democracia representativa como un conjunto de propuestas de un atractivo irresistible, aunque impracticable.

El riesgo con la democracia directa a la que se refiere AMLO, es que sus participantes asuman los principios democráticos como verdaderos y reclamen su pronta realización conforme al principio único de votación mayoritaria.

Sin duda, la falta de democracia en México explica dos pesados lastres en nuestro desarrollo: las desigualdades y la corrupción; combatirlos supone, además de la necesaria participación social, una institucionalidad socialmente apreciada y por ello, capaz de hacer valer el orden jurídico.

Supone también una experiencia democrática para reconocer sus límites.

El cambio de la cuarta transformación es la separación del poder político del económico y el medio, es la democracia participativa; "Se acabó el predominio de una minoría, y la vinculación con poder económico y poder político", dijo López Obrador, lo que implica la recomposición de élites en ambas esferas.

"El gobierno representa a todos y estoy seguro de que se va a ir entendiendo", dijo también, refiriéndose implícitamente al desplazamiento de protagonistas -o si "se va entendiendo"- de protagonismos que han concentrado excesiva influencia en el Estado, para beneficio exclusivo de muy pocos.

Los mercados estarán nerviosos, otro riesgo que asume el gobierno electo; los mercados no promueven la democracia representativa, aunque les favorece mucho, pero sus protagonistas desconfían de la democracia participativa.

Veremos si el gobierno electo logra convencer a las cúpulas empresariales del país de que asuman una visión pragmática de sus intereses, ligada a los problemas nacionales, necesaria para la eficacia de la cuarta transformación.

COLUMNAS ANTERIORES

Planificar el comercio exterior
La 4T se adelanta al FMI

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.