Opinión

Nigromancia política

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El deslucimiento de las hasta ahora llamadas, por mero formulismo legal, precampañas, es patente. El arropamiento mediático, exorbitante y abrumador, reproduce discursos hilarantes, carentes de contenido razonable y mínimamente convincentes.

Estrategas y voceros de los respectivos equipos defienden sus trincheras con muy pobre artillería, aprovechando cualquier espacio que les abra la puerta para hacerse presentes con débiles argumentos, a replicar la acción de sus oponentes, convirtiendo en una vorágine de necios epítetos lo que debiera ser elegante esgrima de ideas sensatas y postulados profundos para la construcción de sociedad en democracia, que respondiera, puntualmente, a los bien conocidos y abundantemente diagnosticados grandes problemas de México.

Espacios comunes, propuestas vanas, descalificación mutua, creatividad pueril. Estercolero.

Cara, pobre y vacua la contienda, orientada por las cada vez menos creíbles pero muy lucrativas encuestas, oráculo moderno, ya no para medir, sino para inducir preferencias.

Tal pareciera que en el afán de quienes suspiran por erigirse en el nuevo Tlatoani (individual o colectivo) del moderno imperio, se ha agotado la memoria histórica y el sentir patrio de los próceres memorables, cuyo claro pensamiento y decidida acción dieron sustento a esta nación con visión de libertad, justicia, igualdad y grandeza.

Ya que el proyecto de nación, plasmado en nuestra vetusta legislación originaria, se ha diluido ante el pragmatismo partidario y toda vez que la historia patria parece ser un cachivache olvidado y pobremente recurrido, no resulta ociosa ni vulgar la sugerencia de un recurso extremo: recurrir a la nigromancia, hablar con aquellos que tuvieron ideas grandiosas y claras respecto a México y su futuro, los que le dieron a esta nación rumbo y sentido en tiempos por demás complejos y amenazantes. Sin duda podrán aconsejar a quienes carecen de idea y propósito.

¡Hablad con los muertos!

Correo: grhhuizar@gmail.com

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