Con Todo Respeto

¿Sobrevivirá el calderonismo en el PAN?

Georgina Morett opina que lo que más le conviene a Gil Zuarth es que Calderón se vaya del PAN, pues muy pocos lo seguirían y él podría hacer alianza con anticalderonistas.

Por sus divisiones, más de una vez se ha descrito la vida interna del PAN como un "frenesí autodestructivo" a lo largo de 78 años. En la actual coyuntura política por fin podrían lograrlo. Todos los grupos, sin excepción, han aportado pico, marro y pala.

Cierto, el PAN ha superado muchas crisis, pero todo indica que los panistas avanzan veloces hacia el precipicio, porque no entienden la naturaleza del problema que enfrentan, no entienden el cambio de régimen. Están aplicando las recetas del pasado a un nuevo entorno.

Quizá no esté demasiado lejos el momento cuando suene el grito: "Sálvese quien pueda".

En el presente siglo, desde que llegaron al poder, los peores enemigos del PAN han sido los propios panistas en posiciones de poder, sea un poder estructural o sólo mediático. Su egoísmo, su mezquindad y su vanidad son culpables de llevar al PAN a la situación en que se encuentra.

Uno de esos grupos se formó en torno a Felipe Calderón cuando fue presidente de la República y le ha causado mucho daño al PAN. No sólo por porque utilizó al PAN como su patrimonio personal con Germán Martínez Cázares y César Nava en la presidencia del partido, sino por lo que vino después.

Expresidente del PAN, exsenador, exembajador, Luis Felipe Bravo Mena, lo explica muy bien en su colaboración en El Universal: "Se instaló entonces una feroz lucha de grupos de interés; en todo ello subyacía el apetito por gozar de la interlocución con los empoderados atlacomulcos, los que ni tardos ni perezosos, dentro del arte de la corrupción, encontraron campo fértil para dividir al partido y sus grupos parlamentarios, fichando agentes para empujar sus intereses".

No necesita mencionarlos para que todo mundo piense en el grupo compacto del calderonismo: Roberto Gil Zuarth y Javier Lozano, el segundo se fue al PRI, pero Gil quiere la presidencia del PAN y, hoy por hoy, Felipe Calderón le representa un lastre.

¿Por qué? Porque hoy Calderón no tiene nada que ofrecer y Gil puede convertirse en una estrella emergente que no lo necesita. Lo que más le conviene a Gil es que Calderón se vaya del PAN, pues muy pocos lo seguirían y él, Gil, quedaría en posibilidad de hacer alianza con anticalderonistas.

En el PAN, explica Víctor Reynoso en su libro Rupturas en el vértice, las divisiones internas "son más bien redes de poder en torno a líderes que poseen recursos, sean morales, políticos o económicos. Cuando esos recursos merman, la red se reconfigura o desaparece, dando lugar a otras".

Cuando Calderón nombró a todos los senadores plurinominales de la 62 y 63 legislaturas estaba en la plenitud del poder, pero hoy los panistas le reprochan que, desde hace tres años, según lo anunció en una entrevista con El Financiero, esté buscando hacer un nuevo partido político para su esposa, Margarita Zavala.

Las tensiones internas de ese grupo que tanto daño le ha hecho al PAN, con un sol sin brillo ni calor y una estrella naciente, pronto quedarán resueltas, de una manera u otra, con vistas al Consejo Político, que se celebrará el próximo sábado y domingo.

Mancera busca la coordinación y quitar a Juan Zepeda

Miguel Ángel Mancera renunciará, en breve, a la bancada panista en el Senado para buscar la coordinación del grupo parlamentario del PRD, por lo que luchará contra Juan Zepeda para lograrlo.

La diferencia es que Mancera llegó a la candidatura en una situación bastante irregular, de hecho sin que sea posible explicarse por qué se le permitió si viola el artículo 55 de la Constitución y Zepeda es quien más votos le dio al PRD.

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