Perspectiva Global

Consecuencias económicas de la reforma fiscal de Estados Unidos

 

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La semana pasada, la Cámara baja y el Senado estadounidenses aprobaron una reforma fiscal 'inspirada' en la que envió el presidente Trump hace algunos meses. En mi opinión, la iniciativa aprobada es una de las peores reformas fiscales que ha hecho algún país tanto en términos de equidad como de salud de las finanzas públicas, y respecto del momento en el ciclo económico en el que se va a instrumentar. Estoy seguro que en el futuro será ejemplo de libro de texto de 'cómo no hacer una reforma fiscal'. Por otro lado, la reforma tendrá implicaciones a nivel global, en donde México no será ajeno. En lo que resta de la columna elaboraré sobre la reforma fiscal per se y comentaré de manera breve sobre el impacto potencial que podría tener en nuestro país.

La reforma que no se debió haber hecho. La reforma (de más de 500 páginas) que aprobaron los legisladores a partir de la iniciativa que envió Trump (de una cuartilla) tratará de dar cumplimiento a tres objetivos: (1) Disminuir la tasa de Impuesto Sobre la Renta (ISR); (2) simplificar el pago de impuestos; y (3) incentivar repatriación de capitales. Sin duda el punto más relevante de la reforma es la reducción de la tasa de ISR, sobre todo a nivel corporativo, ya que la disminuye de 35 a 21 por ciento. En el caso de las personas físicas el cambio en la tasa de ISR es más complejo. Cabe señalar que en el nuevo esquema fiscal se disminuyen las deducciones en el pago de los impuestos estatales, por lo que si bien esto 'simplifica' el pago de impuestos, en el neto habrá empresas que no perciban tanto la disminución de la tasa de ISR e individuos que paguen más impuestos que los que pagaban bajo el esquema anterior. Por último, la reforma incluye una amnistía de una sola vez para que las empresas tengan incentivos para repatriar dinero que tienen fuera de Estados Unidos (EU), que muy probablemente sólo servirán para recompra de acciones y no necesariamente para inversión en proyectos productivos.

En mi opinión, esta reforma fiscal tiene tres consecuencias económicas principalmente: (1) Pone en peligro la sostenibilidad de las finanzas públicas en EU, debido a que considero muy poco probable que se pueda generar la cantidad de recaudación por el lado de incentivos a la inversión y crecimiento económico, que se va a perder por la menor tasa impositiva. No obstante lo anterior, EU continúa imprimiendo moneda de reserva, por lo que tal vez esto no sea un problema de corto ni de mediano plazos; (2) es altamente regresiva. Es decir, disminuye los beneficios para las clases socioeconómicas media y baja y los aumenta para la clase alta. De hecho, de acuerdo al Center on Budget and Policy Priorities (CBPP), los ciudadanos que forman parte del uno por ciento más rico obtendrán 24 por ciento de los beneficios de la reforma y el 10 por ciento más rico será beneficiario del 70 por ciento, mientras que el 1.0 por ciento más pobre sólo obtendrá uno por ciento de los beneficios.

Desde otra arista, una persona que gana más de 600 mil dólares anuales va a pagar una tasa de ISR de 37 por ciento –bajo el nuevo esquema fiscal–, mientras que esta persona pagaba 39.6 por ciento con el esquema anterior y una persona que gana alrededor de 18 mil dólares pagará una tasa de 10 por ciento, igual que la que pagaba en el esquema anterior; y (3) el momento en el ciclo económico de EU no es apto para una política fiscal expansiva. Una gran cantidad de indicadores, como la tasa de desempleo –en 4.1 por ciento–, y el número de días que tardan en promedio las empresas ubicadas físicamente en EU para llenar una vacante –actualmente en 31.5 días, el nivel máximo histórico–, entre otros, dejan bastante claro que la economía de Estados Unidos se encuentra en 'pleno empleo'. En otras palabras, si a las empresas les está costando trabajo atraer talento y no les es fácil atraer inmigrantes capacitados que quieran vivir en EU, sin tener que incrementar salarios –debido a las políticas antimigratorias del presidente Trump–, entonces la otra forma de atraer talento será aumentando salarios, lo que eventualmente puede convertirse en mayor inflación.

Entonces, una política fiscal expansiva en este momento del ciclo económico de EU no necesariamente va a impulsar el crecimiento económico en gran medida, pero lo que es más probable es que sí aumente la inflación. A su vez, esto podría provocar que el Banco de la Reserva Federal de EU (Fed) tenga que aumentar las tasas de interés de política monetaria de manera menos gradual de lo que lo ha estado haciendo y esto sí podría 'descarrilar' el crecimiento sincronizado global que se ha logrado en los últimos dos años. Como he comentado con anterioridad, si bien existe la posibilidad de que la revolución tecnológica que estamos viviendo, junto con el cambio demográfico, estén siendo pieza clave en no generar presiones inflacionarias, la reforma fiscal podría ser justo el catalizador para que ahora sí se observen presiones inflacionarias.

Finalmente, sobre el impacto de la reforma fiscal en EU para México, considero que: (1) No provocará salida de capitales de carácter financiero debido a que no existe ninguna discrepancia fiscal entre tasas impositivas de México y otros países, incluyendo EU con un ISR de 21 por ciento. En este sentido, muchos tipos de fondos (como los de pensiones) y de activos se encuentran exentos de retención o pago de ISR, y los que no están exentos enfrentan una tasa de retención entre 4.9 y 15 por ciento (<21 por ciento); (2) no provocará reubicación física de las empresas; pero en el corto plazo (3) sí podrían generar menores ingresos fiscales para SHCP, ante la pérdida de ventaja fiscal vs. EU; y (4) en el mediano plazo podría disminuir los incentivos para invertir en México y probablemente la siguiente administración en México tendría que llevar a cabo una reforma fiscal.

Esta es mi última columna del año, por lo que aprovecho para desearles que pasen muy felices fiestas y tengan un muy exitoso 2018.

* El autor es director general adjunto de Análisis Económico y Relación con Inversionistas de Grupo Financiero Banorte y presidente del Comité Nacional de Estudios Económicos del IMEF.

* Las opiniones que se expresan en esta columna no necesariamente coinciden con las del Grupo Financiero Banorte, ni del IMEF, por lo que son responsabilidad exclusiva del autor.


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