Fernando Curiel

Más que decir sobre humanidades y ciencias

El Conacyt lleva en su nombre a la ciencia y a la tecnología, con exclusión de las humanidades, opina Curiel.

Uno. Sin afán fanfarrón (bueno, a veces), el Científico aduce la complejidad (y correspondencia) fenoménica de la Naturaleza; la inmensidad, y vitalidad, del Universo; la inventiva de la Matemática, la Física, la Química, entre otras disciplinas; la Imitación de Dios (no lo dice así, pero lo colijo) de las atrevidas exploraciones en bio ciencia. Etcétera.

Dos. ¿Significa, por caso, una superioridad y distancia cognitivas de las Ciencias (Naturales, Exactas, Básicas) sobre las Humanidades (las propiamente humanistas con la Literatura, la Filosofía y la Historia como "núcleo duro", las Sociales, las en agraz)?

Tres. Ni por pienso.

Cuatro. Pares, las Humanidades y las Ciencias, en todos los órdenes; pero guardan, sin embargo, (¡no olvidarlo!), diferencias específicas.

Cinco. Diferencias en cuanto al objeto, en cuanto al método y en cuanto a los procedimientos. En razón de su materia, condiciones sine qua non de las Ciencias, lo son la exactitud y la objetividad. El sistema económico dominante, las obliga a inversiones extraordinarias de capital, con fines de hallazgos que se traduzcan en productos explotables industrialmente. Algo hay de maquila.

Seis. Lo que no excluye (no me atrevería a afirmar lo contrario) la vocación científica pura, el descubrimiento por el descubrimiento, la Ciencia para sí.

Siete. Las Humanidades, debido a que su materia es el Hombre y sus Fulguraciones y Desmesuras y Atrocidades, su obrar humano, sus procesos en el tiempo, lenguajes, artes, pensamiento, ciudades y organización política, están dispensadas de exactitud y objetividad. Sin que lo primero traduzca mendacidad (sólo tentativa, aproximación), en tanto que lo segundo responde a la responsabilidad que el humanista asume frente al objeto. Cultural, artístico, social.

Ocho. Diversos factores, entre los que sobresale la mayor eficacia política de los sistemas de reproducción de las comunidades científicas (formación y capacitación de equipos, liderazgo, tradición colectiva, relevos, espíritu de cuerpo), y casi inexistente en las humanistas, han impuesto el canon científico sobre el humanista. En términos de cierta estimativa social, gestión y obtención de recursos financieros, estímulos, evaluación.

Nueve. El Conacyt lleva en su nombre a la ciencia y a la tecnología, con exclusión de las humanidades. En algunas universidades, el quehacer científico de docencia e investigación, ha terminado por incorporar la difusión (personal especializado, organismos, revistas, museos, programación radial y televisiva).

Diez. Respecto al punto primero, que fusiona ciencia aplicada, tecnología y desarrollo, más de una experiencia nacional ha probado su condición de panacea irrealizable.

Once. Dejándose, en cambio, de lado, la búsqueda tenaz, por ambas partes, de las zonas creativas de encuentro, entre Humanidades y Ciencias. Zonas limitadas hasta hoy al cómputo y a la telemática, en las que los humanistas han terminado por internarse, con notable provecho. Y a la bioética, sin lugar a dudas.

Doce. Limitándome a nuestro país, la Nación Mexicana, debe enfatizarse que la índole de su cultura (concepto omnicomprensivo de literatura, pintura, arquitectura y urbanismo, mentalidades, artesanías, emancipaciones, lucha contra la desigualdad y la ignorancia que es una forma de desigualdad), es sumamente compleja, y plena de correspondencias; su espacio y tiempo inmensos y en expansión; poderosa la inventiva de sus múltiples interpretaciones. Como ocurre con Natura, el Empíreo, el repertorio disciplinario científico.

Trece. ¿Cómo llamarse a escándalo de que surjan voces que reclaman, si no la corrección del enunciado Conacyt, que incorpore el lugar que le corresponde a las Humanidades, sí el reconocimiento de un sistema interno dual, el humanista y el científico, o de plano, su plena independencia?

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