Fernando Curiel

¿Humanidades en el Conacyt? Así, no

El marco teórico, la crítica de fuentes, la hermenéutica y la heurística en Humanidades, no alcanzan a inhibir la subjetividad del quehacer humanista: Curiel.

Para H. Muñoz y G. Hurtado.

Uno. El pasado 5 de agosto vi, en TVUNAM, una tersa entrevista a la científica, Dra. María Elena Álvarez-Buillá, quien a partir del 1° de diciembre de 2018 comandará el CONACYT. Organismo que, en su nombre, lleva la exclusión de las Humanidades.

Dos. Reflejo de la fijación tecnocrática pero ilusoria (hasta la fecha) de que suelden ciencia aplicada, tecnología y desarrollo.

Tres. ¿Debo darme por satisfecho por la circunstancia de que la científica haya incorporado a las Humanidades, a las que me adscribo, en su plan de trabajo? No. Por la razón que aduciré más abajo.

Cuatro. Habló también, la Dra. Álvarez, sin aportar datos duros, sobre la simulación que se ha trasminado en el Sistema Nacional de Investigadores. Yo hubiera preferido que se pronunciara sobre dos aspectos axiales.

Cinco. De una parte, la condición de pares de las Humanidades y de la Ciencia. Olvido éste que ha llevado al desmerecimiento de las primeras, incluidas las disciplinas sociales que le atañen.

Seis. Lo anterior, pese a la riqueza inagotable, ancestral y contemporánea, multánime, de nuestro patrimonio cultural (dicho en un sentido omnicomprensivo). Sustrato, orgullo y prez de la Nación Mexicana, dueño además de plena autonomía.

Siete. Rasgos, los anteriores, riqueza, diversidad y autonomía, que llevaron a otorgarle a la UNAM, instancia cultural fundamental, el Premio Príncipe de Asturias en Humanidades.

Ocho. La otra cuestión, dejada de lado por la entrevistada, y no planteada por el entrevistador Ackerman, es la diferencia específica entre el conocimiento humanista y el conocimiento científico. Diferencias de objetivos, de método, de formas de producción.

Nueve. Dada su materia, el hombre y sus fulguraciones y oscuridades, a las Humanidades, a diferencia de la Ciencia, no le aqueja la exactitud. Si ciencias, las Humanidades, "ciencias inexactas". Lo suyo es la tentativa, la aproximación, cuya suma lleva a la comprensión siempre en proceso (el regiomontano Reyes la tipifica "milagro").

Diez. Como lo suyo es también el planeta impreso, aunque sin dejar de asomarse al cómputo y a la telemática (gran instrumental tecnológico). Y el trabajo en equipo, el Seminario (recurso dialéctico que por cierto se ha abandonado, y que habrá que restituir afanosamente).

Once. Por último, el marco teórico al día, la crítica de fuentes, la hermenéutica y la condigna heurística, obligatorios en toda investigación en Humanidades, no alcanzan a inhibir la subjetividad del quehacer humanista. Opuesta a la científica objetividad aséptica y apátrida. La producción de sentido de las Humanidades, apareja compromiso social.

Doce. El cuid. No es por prurito o graciosa concesión de las Ciencias, que las Humanidades deben ponerse en pie de lucha (intelectual, aclaro). La rebelión corresponde, en primer término, si no en exclusiva, a sus cultivadores.

Trece. Y, sí, quizá ha llegado la hora de un específico espacio de políticas de investigación, de aliento y estímulo y de evaluación de las Humanidades.

Catorce. Y, en el camino, de búsqueda del lugar creativo, innovador, de encuentro entre las Humanidades y las Ciencias.

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