Fernando Curiel

68, la 'neta'

Curiel hace una revisión, a través de 13 puntos, del fenómeno sociopolítico que implicó el movimiento del 68 y sus posibles ecos en las elecciones del 1 de julio.

Uno. Para quienes, por la edad, la circunstancia, o la simple imposibilidad de sustraerse a un tsunami que corría arrollador por Occidente, bajo la divisa de cambiar la Vida, no dejan de asombrar las "versiones" a posteriori. Calculadas, maquilladas, "revisionistas" para ponernos elegantes.

Dos. Dejemos a un lado la mitología de que La noche de Tlatelolco (reportaje que insisto en designar, dado el número de sus informantes, atribuido a, en vez de, Elena Poniatowska) constituye escritura sagrada.

Tres. O la evidencia de que, localmente, respondió también al ascenso del estamento intelectual sobre el campesino, el obrero y el popular, ascenso "clasemediero" insinuado en los 40's pero patente en los 50's, y de que lo rondaron "zonas oscuras" aún no del todo esclarecidas, como por ejemplo la contaminación de las elecciones presidenciales de 1970.

Cuatro. Ciñámonos por ahora al falso supuesto de que, en la Plaza de las Tres Culturas, la noche tarde del 2 de octubre, nació la LOPPE de 1977, puerta de entrada a la Reforma del Sistema de Representación Política. A la sazón bajo la égida del PRI, Partido de Estado más en la órbita de los Politburós de la Unión Soviética (y países satélites) que de las autocracias bananeras.

Cinco. Nada descubro al decir que ni el PAN (hablo del auténtico), nacido en 1939 como mística pero real oposición al PNR (1929, padre del PRM y abuelo del PRI), ni el PCM, dogmática cabeza estalinista sin proletariado, contaban.

Seis. Amén de que la honda "contestación" de 1968 tenía, reitero, por objetivo a la Vida y no tan sólo a la Política, el sólo fruto de la LOPPE, la "partidocracia", que bien podría traducirse en cárteles subvencionados de la Res Pública, bastaría para negar la menor filiación entre ambos lances.

Siete. ¿Qué demontres tiene que ver un movimiento, con mucho es verdad de imitación extralógica, pero genuino, que ponía en cuestión el Poder en todas sus expresiones, el de pareja, el familiar, el fabril, el escolar, el religioso y el psiquiátrico, y se proponía por ende su demolición, con los primeros auxilios que se dio a sí mismo un sistema político que perdía legitimidad, se erosionaba a ojos vistas?

Ocho. Nada, nada tiene que ver salvo que se acuda a la superchería, y abunden sus intelectuales "orgánicos" (aunque rato ha, la verdad, de capa caída).

Nueve. Alienta que, al tiempo que se desploma la multimillonaria y manirrota y corrupta "partidocracia", partidos y burocracia comicial, en diversos medios prospere la restauración de la utopía vitalista que impulsó al Año de 1968, se le tache o no de voluntarismo romántico, inocente revolución de las costumbres todas del Poder. Emocional, familiar, laboral, universitario, cultural, musical.

Diez. Utopía vitalista que, respecto a uno de sus frentes emblemáticos, la Ciudad Luz, Carlos Fuentes consignara en su formidable reportaje París, la revolución de mayo (ERA, 1968, fotografías de Antonio Gálvez).

Once. Que, en la historia de la Ciudad de México (¡qué CDMX ni qué rábanos!), su casi exclusivo "lugar de la memoria", la plena (luces y sombras, transparencias y opacidades) del 68, siga siendo asignatura pendiente, no debe inhibir la recuperación de la fiesta, la esperanza transformadora de la realidad impuesta, el fin de servidumbres palpables e impalpables, el juego de posibilidades, que animó en esencia marchas, plantones, la ocupación de los vetados espacios públicos (del común, la comunidad).

Doce. Y visto el resultado anti priista, anti panista, anti perredista, de las elecciones del pasado 1° de julio, no dudo que en la misma vena "revisionista", se le pretenda afiliar sin más al año 68. El efecto "fuera del lugar" será, más temprano que tarde, el mismo. En primer término, habrá que dilucidar si MORENA representa una alternativa absolutamente ajena al pasado ominoso post revolucionario (que terminaría por des instaurar la Revolución Mexicana).

Trece. Y, en seguida, en aras de la verdad histórica, separar el grano de la paja, los llamados a revolucionar la existencia, "contestar", liberarse de una opresión que atravesaba lo público y lo privado, de la mera contienda por el poder supremo, así prometa una Cuarta Transformación Nacional (arroz que ya exhibe, por cierto, "prietitos"). Lo demás es política.

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