Opinión

El shutdown, ¿Catástrofe republicana?


 
Analicia Ruiz
 
El cierre parcial del gobierno de Estados Unidos por la negativa de los radicales en la Cámara de Representantes de aprobar la ley de egresos, ha ocasionado una caída en la aprobación del Partido Republicano, caída que no se había visto en tiempos recientes. Esto podría significar una catástrofe electoral en las elecciones intermedias de 2014 para el GOP (Grand Old Party), como se conoce al partido. Sin embargo, el GOP espera que para los comicios el tema esté superado y que la crisis no alcance el mediano y largo plazo, sino que sea una simple crisis coyuntural.
 

La crisis podría implicar que los republicanos se están jugando la posibilidad de mantener para 2014 la mayoría en la Cámara de Representantes. Hoy tienen además el mayor número de gubernaturas, así como la mayoría de las legislaturas estatales. Sin embargo, el argumento de que la radicalización podría llevarlos a la ruina electoral puede tener poco sustento.
 

La división política de los distritos electorales ha llevado a lo que llaman el gerrymandering, la práctica de manipular las divisiones y límites de los distritos creando concentraciones geográficas partidistas y así lograr una ventaja para un partido en particular. Esto significa que los swing districts, es decir, los distritos que suelen votar dependiendo de la situación política, de los candidatos y no por afinidad partidista, son pocos. Así que, aún si los demócratas ganaran una cantidad considerable de votos, la posibilidad de que estos votos hagan la diferencia son muy bajas y en pocas demarcaciones.
 

Por otro lado, las elecciones intermedias suelen ser duras con el partido en la Casa Blanca. Los estadounidenses ven en las intermedias la posibilidad de hacer un contrapeso al poder del presidente. Lo anterior, aunado al gerrymandering, cuestiona el argumento del desastre republicano y, al parecer, los radicales de dicho partido, que se negaron a aprobar la ley de egresos, están conscientes de ello.
 

La crisis nos ha mostrado a un Barack Obama que no habíamos visto. Un presidente firme, que no está dispuesto a negociar por lo que considera su legado más importante, la ley de salud asequible. Un presidente que sabe que gran parte de sus propuestas, como la de migración, no serán aprobadas, pero que se muestra menos conciliador, ya que no tiene la carga de la reelección. Este parece el escenario político de los próximos años, previo a la elección general. Tendremos que esperar a que el agua tome su nivel para evaluar el impacto que tendrá la crisis en la imagen de los republicanos ante los votantes. Aún es prematuro anticipar si el escándalo será una catástrofe para los republicanos o una crisis más que con el tiempo perderá trascendencia.
 
 
 
 

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