Universo Pyme

Bancomext o la defensa de la banca de desarrollo

Eduardo Torreblanca considera un error fusionar a Bancomext con Nacional Financiera, ya que no todas las empresas con vocación o potencial exportador son atendidas por la banca comercial.

El pasado lunes escribimos respecto a la posibilidad de que el próximo gobierno federal decida fusionar a BANCOMEXT con NACIONAL FINANCIERA. Nuestro aporte pretendía no sólo defender la existencia de esta institución sino, en general, defender la necesidad de que el país cuente con una sólida BANCA DE DESARROLLO.

Quienes conducirán los destinos del país los siguientes seis años tienen todo el derecho de evaluar la viabilidad de las instituciones que heredarán como el derecho que tenemos los ciudadanos a considerar que fusionar a Bancomext, desapareciéndole de hecho, es una equivocación estratégica garrafal.

Cuando la exportación mexicana estaba en pañales, LÁZARO CÁRDENAS concibió la necesidad de una BANCA DE DESARROLLO ESPECIALIZADA en la materia del comercio exterior mexicano. Había banca comercial, como ahora, pero sabía que era necesario una que, alejada de la idea del lucro, procurara impulsar la actividad de comercio exterior, PENSANDO EN LOS INTERESES NACIONALES y la promoción de ramas industriales, cadenas de valor y la participación de pequeñas y medianas empresas en la exportación directa o indirecta.

La BANCA DE DESARROLLO es una parte fundamental de la política de promoción industrial, del encadenamiento productivo, de la innovación y diversificación de los potenciales productivos de los estados y regiones del país. No se puede dejar esas tareas en la Banca Comercial porque esos planteamientos y compromisos pueden no expresarse en los bancos privados.

Al hacer una derrama crediticia en épocas de contracción económica es posible que la banca comercial decida omitirla porque sus intereses no están necesariamente en México en su totalidad. Responderán a los planteamientos de sus matrices.

Una BANCA DE DESARROLLO tiene la misión de propiciar un encadenamiento productivo, distinguir qué empresas pueden insertarse en cadenas de valor o prepararse para ello, abrir mercados y financiar las operaciones que de esta promoción derive.

No todas las empresas con vocación o potencial exportador son atendidas por la banca comercial.

Al tiempo, una BANCA DE DESARROLLO estará SUSTITUYENDO IMPORTACIONES en beneficio de la creación de empleos, mejor pagados y con perspectiva de sacar el mejor de los provechos de la baraja de acuerdos de libre comercio o complementación económica que se han abierto en los últimos sexenios.

Tiene la obligación también de articular una red de empresas financieras con vocación de atender a pequeñas e incluso algunas micro empresas que regularmente no son atendidas por la banca comercial. Una red de organismos financieros coresponsables con la tarea de BANCOMEXT o de otros bancos de promoción económica es viable pensarlo con la presencia de una FUERTE Banca de Desarrollo.

Personajes cercanos a ALFONSO ROMO y a AMLO aseguran que la decisión está tomada y lo que resulta increíble es que los organismos empresariales mexicanos no se hayan pronunciado de manera unánime en contra de la posibilidad y se limiten, en lo oscurito, a lamentar la intencionalidad del siguiente gobierno.

Ex directores generales de BANCOMEXT estarían articulando una suerte de consideraciones respecto a esta probable fusión para hacerla pública como apoyo al siguiente gobierno mientras, agachados, los organismos privados como COMCE o la ANIERM guardan silencio y aseguran que este miércoles estarán analizando el asunto en el contexto de una reunión del Consejo Coordinador Empresarial.

Un hecho o no, resulta inconcebible que un gobierno que habla de equidad, de igualdad de oportunidades, de fomento a las Pymes, de aprovechamiento de las capacidades y vocaciones productivas que en el pasado no se ha dado o intentado siquiera, se atreva a pensar que una fusión entre dos bancos de desarrollo hace sentido.

Lo pensó el gobierno de Fox porque se sentía ofendido de que BANCOMEXT de la mano del actuario ENRIQUE VILATELA RIBA le mandara, como presidente electo, embargar una de sus empresas derivada de un incumplimiento de pago ante una Unión de Crédito que prestó a la empresa del empresario-político sin que la empresa honrara sus compromisos.

FELIPE CALDERÓN fue más lejos y nombró como director general del organismo por fusionarse a MARIO LABORÍN de la escuela de BANCOMER, lo que equivalía a colocar la iglesia en manos de Lutero. La fusión no se dio pero ahora ya se considera como un hecho.

No obtendrán ahorro alguno, pero habrán avanzado en lo que creen que es una "racionalidad administrativa". Ojalá lo hagan como muestra de su convencimiento y no como muestra inequívoca de su profunda ignorancia.

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