Érase una vez un Número

La agenda olvidada

Ojalá que una vez que pasen las campañas electorales los políticos sean conscientes de que no hemos invertido lo suficiente para que nuestro desarrollo sea sustentable ambientalmente.

En los últimos meses hemos escuchado propuestas de los candidatos sobre una buena variedad de temas; no obstante, no hemos escuchado prácticamente nada sobre el agua, el aire, los bosques, los suelos, los residuos sólidos urbanos, la biodiversidad o los recursos naturales en general.

No soy ingenuo, sé que no se ganan votos hablando de obligaciones ciudadanas; no se ganan votos, por ejemplo, proponiendo incrementar los impuestos para satisfacer de mejor manera la deuda que tenemos con los millones de mexicanos que viven en pobreza extrema.

Lo mismo sucede con el medio ambiente. No hay quien llame la atención sobre los tiraderos a suelo abierto, el desperdicio del agua, la falta de medición del aire o la pérdida de bosques y selvas, y lo que tendríamos que hacer para remediar estos problemas. No parecemos estar conscientes de lo grave de la situación, seguimos actuando como si los recursos naturales fueran infinitos, a pesar de que desde hace varios años sabemos que el porcentaje de agotamiento de los recursos naturales y degradación ambiental como consecuencia de lo que producimos asciende a cerca de 5.0 por ciento del PIB (4.6 por ciento en 2016).

Ojalá que una vez que pasen las campañas electorales, que pasen las épocas de prometer recursos para los que no estudian ni trabajan, un ingreso mínimo universal para todos los hogares o subsidios a las madres jefas de familia; los políticos sean conscientes de que no hemos invertido lo suficiente para que nuestro desarrollo sea sustentable ambientalmente.

Las cuentas económicas y ecológicas del Inegi señalan que el gasto realizado por el sector público a favor del medio ambiente asciende a sólo 0.7 por ciento del PIB, muy inferior al 4.6 por ciento que perdemos por agotamiento y degradación ambiental. En otras palabras, tendríamos que invertir más del 500 por ciento adicional a lo que invertimos ahora para asegurar que nuestro crecimiento económico sea sustentable ambientalmente.

En el Laboratorio Nacional de Políticas Públicas recientemente llevamos a cabo con Coparmex un taller sobre los desafíos que tiene nuestro país en materia ambiental y la agenda de acciones para enfrentarlos; ahí aprendimos con Arturo Flores, director general de Estadística e Información Ambiental de la Semarnat, que a pesar de que a nivel mundial México no se ve como un país con grave presión hídrica, tenemos una gran número de acuíferos sobreexplotados, con intrusión salina o con salinización del suelo (uno de cada cuatro); y aún así, somos el séptimo país del mundo que más agua extrae del subsuelo para uso agropecuario (71.4 por ciento), urbano (22.3 por ciento) e industrial (6.3 por ciento); tratamos un porcentaje muy bajo del agua que recolectamos y solo removemos menos de la mitad de la carga contaminante.

Aprendimos también que no sólo se ha incrementado la generación de residuos sólidos urbanos per cápita (de 0.85 kilogramos en 2000 a 1.0 kilogramos en 2014), sino que además la gran mayoría de los espacios donde se deposita la basura son tiraderos a cielo abierto, con todos los problemas que esto acarrea.

Recordamos que seguimos perdiendo bosques y selvas cada año, y si bien la tasa a la que los perdemos es cada vez menor, nuestro principal problema es que ya el porcentaje de bosques y selvas con vegetación primaria es menor a 50 por ciento, con los riesgos que implica que 50.5 por ciento de las hectáreas de la superficie de bosques y selvas ya sean con vegetación secundaria.

Fuimos conscientes del impacto que ha ocasionado la sobre explotación pesquera: hoy las capturas son cada vez menores, tienen que realizarse a mayor profundidad y los peces capturados son más pequeños.

De igual manera conocimos que no medimos como deberíamos la calidad del aire (sólo 65 ciudades cuentan con medición confiable de al menos un contaminante) y que en ciudades fronterizas como Ciudad Juárez, Mexicali o Tecate tenemos muy pocos días con buena calidad del aire.

Si seguimos así, no tengo duda de que llegará el día en que digamos aquella frase que utilizó el presidente Oscar Arias en un discurso en la Cumbre de las Américas de abril del 2009: "Algo hicimos mal"; el problema es que será demasiado tarde porque hay cosas que ya no podremos recuperar, como los ríos, los bosques y selvas, y las especies de animales y plantas que poco a poco van desapareciendo de nuestro inventario.

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