Opinión

Un cártel de 'cuello blanco'

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Con la posible excepción de Los Zetas, ningún otro cártel en la historia del país había logrado una expansión territorial tan acelerada como la del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). El CJNG surgió hace apenas unos siete años como una escisión del Cártel del Milenio, una organización regional que operaba en el occidente del país. Actualmente, el cártel liderado por Nemesio Oseguera Cervantes, El Mencho, tiene operaciones a gran escala en por lo menos 22 entidades. Además, el CJNG es el primer cártel mexicano en contar simultáneamente con predominio en varios estados del Pacífico y del Golfo de México, y ha logrado incursionar con éxito en giros delictivos 'emergentes' (particularmente el robo de combustible).

Sin embargo, a pesar de su crecimiento, el CJNG no ocupa en el imaginario colectivo un papel equiparable al que tuvieron Los Zetas, que por décadas serán recordados por su crueldad, muchas veces dirigida contra civiles indefensos. El ascenso del CJNG ha sido relativamente discreto gracias a una estrategia que prioriza, por un lado, las alianzas con otras organizaciones (incluyendo lo que queda de la organización de los Arrellano Félix y del Cártel del Golfo). Por otro lado, el CJNG tiene una maquinaria perfectamente aceitada para corromper e intimidar autoridades. Algunas prácticas incluidas en esta estrategia son bien conocidas. El año pasado el CJNG amenazó públicamente
–generalmente en 'narcomantas'– a corporaciones policiales de Morelos, Puebla, Veracruz y Zacatecas. En algunos casos los policías renuncian (en dos municipios de Zacatecas el Ejército tuvo que intervenir ante la desbandada en masa de la Policía local), en algunos resistirán, pero en muchos otros lo más probable es que se cuadren.

Sin embargo, el sello distintivo del CJNG es en el ámbito de 'cuello blanco', en particular su capacidad para corromper funcionarios del más alto nivel, y para vincularse con la clase empresarial. El listado de funcionarios señalados por colaborar con el CJNG incluye a Édgar Veytia, exfiscal general de Nayarit, así como a Arturo Bermúdez Zurita, quien fuera secretario de Seguridad Pública en Veracruz durante la administración de Javier Duarte (los rumores, que no resultan inverosímiles, también apuntan a más de un exgobernador). Por otra parte la OFAC, la agencia estadounidense responsable de sancionar a individuos y empresas vinculadas con criminales y terroristas, de forma recurrente ha sancionado a negocios y a empresarios que colaboran con el CJNG y con sus operadores financieros, Los Cuinis, sobre todo en Guadalajara.

Hasta ahora la amplia red de protección y compadrazgo le había permitido al CJNG salir bien librado, incluso después de los mayores excesos. Tras hacer un despliegue de fuerza inédito –bloquear varias decenas de vialidades en Jalisco y derribar un helicóptero militar– la organización de El Mencho fue perdonada (ciertamente hubo una reacción enérgica, pero efímera). La red de protección judicial del CJNG también fue notoria en las múltiples liberaciones de Rubén Oseguera González, El Menchito, hijo del líder del CJNG. En una ocasión incluso se difundieron supuestas conversaciones del grupo delictivo, en las que se menciona que un 'padrino' intervendría en el caso de que El Menchito cayera "con gente de él".

Parece que la benevolencia con el CJNG finalmente se acabará. El pasado 10 de enero Alfonso Navarrete Prida fue nombrado secretario de Gobernación. Su primer posicionamiento significativo fue declararle la guerra al CJNG, al señalar que dicha organización es "el objetivo prioritario del gobierno federal". Una afirmación así de concreta es cosa rara. Navarrete Prida sabía bien que iba a acaparar los titulares. Muy probablemente tenga toda la intención de cumplir con este objetivo (si no lo hace, su gestión quedará marcada como un fracaso). En Bucareli y Los Pinos deben tener claro que lanzarse contra el CJNG no es sólo un asunto de combate al crimen organizado, sino también una decisión que los confrontará con actores políticos y hasta con empresarios en varias regiones del país. Navarrete Prida fue transparente sobre la motivación de este giro en la estrategia de seguridad. En la misma entrevista, en la que identificó al CJNG como objetivo prioritario, sentenció: yo tengo que dar resultados en muy poco tiempo.

Ya no hay tiempo para dar buenas cuentas en temas de fondo. Este gobierno no reducirá los homicidios ni los otros delitos de alto impacto. Tampoco conseguirá una transformación de las policías del país. En contraste, acabar con el CJNG no será cosa fácil, pero es una meta vistosa que se puede alcanzar de aquí al primero de diciembre. Ya se ha demostrado que los cárteles, cuando hay voluntad, no tardan mucho en desmoronarse ante la presión del gobierno. Tal vez no sea la mejor decisión en este momento. Costará muchas vidas. Le ahorrará –eso sí– un enorme dolor de cabeza a Meade, a Anaya o a ya saben quién. A estas alturas del partido es el único legado que se puede dejar.

Twitter: @laloguerrero

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