Eduardo Guerrero Gutierrez

Jalisco, crisis de inseguridad y transición

Eduardo Guerrero dice que la ola de violencia e inseguridad que se vive en Jalisco no cesará, sino todo lo contrario.

"Vienen días complicados. No les miento: la ola de violencia no va a terminar… la situación es crítica y no tiene visos de mejorar". Palabras del gobernador Aristóteles Sandoval a principios de mes. En efecto, Jalisco atraviesa un momento complejo en materia de violencia e inseguridad. De acuerdo con el monitoreo de Lantia Consultores, en febrero hubo por lo menos 89 ejecuciones, un aumento de 50 por ciento respecto al mes previo y más del doble de las que se registraron un año atrás. Las cifras de marzo seguramente serán peores. En la prensa los reportes de otros incidentes delictivos violentos también se han multiplicado. Los feminicidios y una serie de desapariciones (en especial la de tres ciudadanos italianos y la de tres estudiantes de cine) han generado un sentimiento generalizado de alarma y descontento.

Sin embargo, la franqueza y la crudeza en las palabras del gobernador Sandoval no dejan de sorprenderme. Ante una crisis de inseguridad, las autoridades instintivamente salen a decir que las cosas no van tan mal, y hacen toda clase de malabares discursivos con tal de calmar a la opinión pública. Si el gobernador de Jalisco no minimiza la crisis es porque sabe que en su último año todavía tendrá que tomar decisiones difíciles, y que la resistencia política y social será enorme a menos que logre trasmitir un cierto sentido de urgencia.

Hay indicios de que varias corporaciones municipales de policía están severamente infiltradas por el crimen organizado. Las 'intervenciones' ya empezaron. Primero fue la policía de Tecalitlán, cuyos elementos entregaron a los italianos desaparecidos a una célula del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). Luego vino la intervención de la policía municipal de Tlaquepaque, en plena zona metropolitana de Guadalajara, y el desarme de sus más de 700 elementos. Al parecer, la intervención en Tlaquepaque se decidió después de que, junto con los cuerpos de ocho personas asesinadas por el crimen organizado, se localizara una lista con nombres de algunos policías de Tlaquepaque. Hay rumores de que en breve seguirán las intervenciones en otras corporaciones.

El escenario de inseguridad y de colusión entre policías y criminales se complica porque el gobierno federal le declaró la guerra al CJNG y se planteó el objetivo de detener a su líder: Nemesio Oseguera Cervantes, El Mencho. La información disponible sugiere que elementos de la Secretaría de Marina –la dependencia más 'ruda' y menos 'garantista' en cuestión de operativos contra el crimen organizado– está operando fuerte en Jalisco. En las últimas semanas se han vuelto frecuentes los enfrentamientos entre marinos y criminales, que generalmente concluyen con el abatimiento de los segundos. Al igual que en otros lugares donde la Marina ha ingresado a perseguir criminales, en algunos municipios del sur de Jalisco ya se han registrado denuncias, bloqueos carreteros y otras protestas en contra del despliegue.

La crisis ocurre en tiempos electorales. Además de los comicios federales, en Jalisco se disputarán la gubernatura y las alcaldías. La seguridad ya ha sido una de las principales fuentes de confrontación entre las dos fuerzas políticas que dominan el estado: los priistas, encabezados por el gobernador Sandoval, y Movimiento Ciudadano, liderado por Enrique Alfaro (quien fungió como alcalde de Guadalajara hasta diciembre pasado).

Afortunadamente, este año parece haber algo de voluntad de ambas partes para no politizar en exceso la crisis de violencia. Aunque hubo algunos desencuentros iniciales, el proceso para la evaluación de los elementos de la policía de Tlaquepaque, municipio gobernado por Movimiento Ciudadano, se condujo de forma ordenada (93 elementos serán separados del cargo, pero la mayor parte acreditó las pruebas de control de confianza y regresarán a sus labores). Por otra parte, después de que en enero se registrara un incidente ríspido cuando el convoy en el que viajaba Enrique Alfaro fue detenido y revisado por la policía estatal, se llegó a un acuerdo para que el propio gobierno estatal asignara elementos para la seguridad del candidato.

Alfaro es el claro favorito para ganar la gubernatura (algo muy inusual tendría que pasar para que lo alcanzara el candidato del PRI, pues algunas encuestas señalan que Movimiento Ciudadano lleva una ventaja de 16 puntos porcentuales). Tal vez el gobierno de Aristóteles Sandoval se resignó a la derrota electoral y por ello tenga incentivos para privilegiar una transición ordenada. Es importante que así sea. En los estados en los que el PRI recientemente salió por la puerta trasera, las crisis de violencia de fin de sexenio se recrudecieron y se convirtieron en un verdadero dolor de cabeza para los gobiernos entrantes. El escenario en Jalisco es demasiado complejo para resolverse en el corto plazo. Sin embargo, todavía existe la posibilidad de que la crisis se contenga y de que el PRI no le herede al siguiente gobierno –como ya ocurrió en Chihuahua, Veracruz, Tamaulipas y Quintana Roo– una verdadera zona de desastre.

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