Opinión

Al que madruga...

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En caso de ganar las elecciones de este año, Andrés Manuel López Obrador será un presidente madrugador. AMLO anunció que, como hizo cuando fue jefe de Gobierno del Distrito Federal, celebrará una reunión diaria, muy temprano, con su gabinete de seguridad. Al comprometerse a revisar diariamente los indicadores de seguridad, y a hablar personalmente con los funcionarios responsables del sector, López Obrador renuncia a la salida fácil: delegar y desentenderse del tema.

Este 'marcaje personal' es un acierto. Como mencionaba en una columna publicada en este mismo espacio en diciembre pasado, las instituciones de seguridad son monstruos burocráticos. En ausencia de una supervisión estrecha, tienden a ser colonizadas por redes de corrupción o incluso por el crimen organizado. Este marcaje personal también elevaría el costo político de cualquier fracaso y cualquier escándalo. Si a mitad del sexenio se registra, por ejemplo, una fuga de algún capo de una prisión federal, o se descubre que el titular de una división de la Policía Federal trabaja para el narco, AMLO será ante la opinión pública igual de responsable que el secretario de Seguridad Pública.

Es justo reconocer que –como precandidato– AMLO ya ha sido madrugador. Su estrategia de campaña ha sido anticiparse y definir él los temas en la agenda pública. Hasta ahora Anaya y Meade se han enfocado en responder al abanderado de Morena. Las promesas y posicionamientos de AMLO tienen virtudes mediáticas. Se trata de ideas simples, que se pueden comunicar de forma eficaz, y que generan polémica. No sabemos muy bien cómo se llevaría a la práctica la 'amnistía' propuesta por AMLO (casi cualquier cosa cabe bajo esa etiqueta). Podemos o no estar de acuerdo con un sistema de justicia penal más indulgente, pero lo que no podemos regatearle a AMLO es que logró colocar su idea como el tema central del debate en materia de seguridad.

AMLO también madrugó al presentar desde diciembre a los miembros de su eventual gabinete, y al añadir a la lista el nombre del secretario de Seguridad Pública. Ya en 2012 AMLO había presentado durante la campaña a quienes formarían parte de su gabinete. Con esta práctica, no sólo recibe atención mediática, sino que también busca dar certeza a la ciudadanía.

El jueves pasado se anunció que Alfonso Durazo Montaño será titular de la Secretaría de Seguridad Pública si AMLO gana las elecciones. Esta elección es congruente con la visión de AMLO de enfatizar la prevención del delito sobre la estrategia punitiva que ha prevalecido hasta ahora. En los 90, Durazo formó parte del equipo de Luis Donaldo Colosio en la Secretaría de Desarrollo Social federal, y posteriormente se desempeñó como secretario general de Desarrollo Social en el entonces Departamento del Distrito Federal. Por otra parte, Durazo no ha trabajado en el sector seguridad. Si busca concretar las transformaciones que la Policía Federal necesita tendrá que rodearse de un equipo con experiencia en la materia, pero ajeno a los vicios propios de las corporaciones policiales (una combinación difícil). De lo contrario, muy probablemente se repetirá –aunque por causas distintas– la situación actual, donde tenemos en el Comisionado Nacional de Seguridad, Renato Sales, a un funcionario íntegro y capaz, pero que ha tenido un margen de acción limitado al interior de la Policía Federal.

La semana pasada AMLO también anunció la creación de un Consejo Asesor para Garantizar la Paz. Este consejo tiene la virtud de ser un cuerpo compacto. En eso se distingue de otras iniciativas similares, como el Observatorio Nacional Ciudadano, que aglomera a un gran número de organizaciones (aunque dicho Observatorio fue establecido dentro del Acuerdo Nacional por la Seguridad, la Justicia y la Legalidad, ha tenido un carácter meramente testimonial).

Sin embargo, no apostaría demasiado a este nuevo consejo propuesto por AMLO. Si bien resulta atractiva la idea de contar con un cuerpo donde dialoguen figuras con trayectorias en la iniciativa privada, y en corporaciones policiales y militares, lo más probable es que las decisiones de mayor relevancia se tomen en otros espacios. En todo caso, desde un punto pragmático este nuevo consejo podría servir fundamentalmente para dar impulso a planteamientos que para el presidente resultara incómodo promover personalmente. Si responden a una resolución del Consejo, López Obrador tendría mayor legitimidad para imponer decisiones difíciles –sobre todo a las Fuerzas Armadas.

Por último, la referencia de López Obrador a una Guardia Nacional es francamente oscura. Como señaló, el concepto ya existe en nuestra Carta Magna. Sin embargo, es un resabio de la Constitución de 1857, donde se contemplaba la formación de milicias, por parte de las entidades federativas "para la defensa de la República y sus instituciones". Esperemos que en caso de llegar a Los Pinos, AMLO no insista, como ya hicieron antes Peña Nieto y Calderón, en casarse con la idea de que la creación de nuevas corporaciones, o la fusión de las existentes, son la clave para recuperar la paz.

Twitter: @laloguerrero

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