Edna Jaime

Vienen cosas interesantes…

El presidente electo se convertirá en presidente en funciones y en los siguientes días o semanas veremos cómo será la dinámica entre el Ejecutivo federal y los ejecutivos estatales y locales.

Qué calladitos están la gran mayoría de los gobernadores. Sumisos, porque supongo que sienten que están a merced del presidente electo. Con su gran mayoría legislativa, puede abrir o cerrar la llave de recursos con la que llenan sus arcas los gobiernos estatales. Es cierto que el Pacto de Coordinación Fiscal establece fórmulas estables para la asignación de recursos a las entidades federativas, y que otras transferencias tienen también criterios de asignación o reglas de operación que dan cierta certidumbre. Pero frente a un Congreso que mira solamente al jefe máximo, las certezas dejan de ser tales, sin entrar en los enormes espacios de asignación discrecional que todavía existen en manos del Ejecutivo federal para premiar o castigar a quien se le antoje.

Ha de ser por eso que los gobernadores están tan callados frente a planteamientos que desafían frontalmente nuestro muy imperfecto arreglo federal. No dudo que muchos se acomoden a la nueva circunstancia y prefieran, de entrada, un entendimiento mutuamente provechoso con la nueva administración. Pueden optar por comportarse como "delegados" del Ejecutivo y ponerse inclusive al servicio de los superdelegados planteados por la nueva administración. En una de esas hasta mudan de partido para ponerse en sintonía con las nuevas mayorías. Pero también pueden plantarse como lo que son, autoridades legítimamente electas por el voto popular. A partir de ahí se abren un sinfín de posibilidades.

No hay duda de que nos tocarán vivir tiempos interesantes, como dice el refrán chino, porque la llegada del nuevo gobierno ya movió lo que existía. Esa composición extraña entre descentralización mal hecha y recentralización fallida, en la que los gobernadores se quedaron en un limbo de irresponsabilidad. Sin contrapesos locales, pero también sin control central, encontraron el nicho para sus aspiraciones y también para sus abusos. Por eso ante la embestida contra ellos, no hay quien los defienda. No pocos consideran que por fin se les pondrá freno a su abuso, sin reparar en lo que implica reestablecer las líneas de control del centro sobre lo local, así como el despliegue de control territorial que pretende Morena a lo largo del país.

La Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago) se creó en 2003 como el reflejo del poder relativo que los gobernadores ganaban vis a vis al Ejecutivo federal. Supongo que esta instancia en sus orígenes pudo intimidar al presidente en funciones. No sólo los gobernadores tenían más poder y recursos, también habían roto la relación de sumisión que prevalecía con el presidente. La verdad es que esta novedosa correlación de fuerzas prometía introducir innovación a nuestro sistema político, si no fuera porque una gran mayoría de estos recién empoderados actores decidieron aprovechar lo que nuestra débil institucionalidad les permitía: ejercicio de poder sin contrapesos. Ejercicio de poder sin rendición de cuentas.

En unas horas el presidente electo se convertirá en presidente en funciones y en los siguientes días o semanas veremos cómo se da la dinámica entre el Ejecutivo federal y los ejecutivos estatales y locales. En toda la etapa de transición hubo repliegue, ante las provocaciones que se lanzaron desde el equipo del ganador. Primero con las figuras de las superdelegados, luego con el plan de seguridad que los considera prescindibles en la estrategia territorial que pretenden desplegar. Y así para otros temas.

Luego de la toma de posesión por parte del presidente López Obrador, este es el proceso que más interés puede generar, por dos razones. La primera porque supongo que veremos en esta arena una disputa por el poder. Es cierto que muchos gobernadores y alcaldes están en la inanición y que disputar algo en esas circunstancias es particularmente desventajosos, pero creo que en sus filas podremos encontrar los contrapuntos al Ejecutivo federal. También las figuras que puedan crecer en atractivo y hacerle sombra al próximo presidente.

Todavía todo está por verse. Igual la alineación de los gobiernos estatales es inmediata, y lo que hemos visto en la transición sea la constante a lo largo del sexenio. Pero también es posible que encontremos rebeldes que den la pelea. Hay recursos legales para que los estados frenen al Ejecutivo federal. Y hay también margen para que los gobernadores dejen de ser esos juniors irresponsables y se pongan a trabajar. Veremos cuántos se apuntan y hasta dónde llegan.

Vienen cosas interesantes, de eso no cabe duda.

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