Dolores Padierna

Todo mal, pero todo bien, en el discurso oficial

 

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Aunque todo va mal, nos irá bien, parece ser el lema de la Secretaría de Hacienda, una dependencia del Ejecutivo que en los últimos años ha tenido como principal tarea culpar a un entorno externo difícil (precios petroleros y volatilidad de los mercados financieros) de sus previsiones siempre a la baja para la economía nacional.

Los Pre-Criterios de Política Económica caminan nuevamente por el sendero de los eufemismos y en contrasentido de las previsiones de los expertos.

Frente a un complejo escenario mundial, el gobierno dice actuar de manera responsable y preventiva, pese a lo cual ha ofrecido que no crecerá la deuda ni aumentarán los impuestos. En su lugar, aplicará una reducción preventiva del gasto público y una reestructuración del presupuesto para 2016, con un enfoque base cero.

De entrada, no es verdad que la deuda pública no aumentará, ya que se prevé un déficit presupuestal de 3.0 por ciento, que si bien es menor al de 2015, implicará necesariamente la contratación de deuda adicional.

La decisión de no aumentar los impuestos está más fundada en un compromiso de Peña Nieto –derivado de su fallida reforma fiscal–, que en un análisis fundado de un sistema tributario que adolece de enormes deficiencias e iniquidades.

Como se ha demostrado este año, la dependencia de los ingresos petroleros es un riesgo que debe irse reduciendo, mediante su sustitución por ingresos tributarios.

La reducción del gasto de 2015 no es únicamente preventiva. Aunque Hacienda insista en que los ingresos están blindados por las coberturas petroleras, éstas se harán realidad, en el mejor de los casos, hacia finales del año. Mientras, la reducción de ingresos sí limitará la disponibilidad de recursos para financiar el gasto, como ya sucedió durante el primer bimestre.

La reestructuración del gasto es desde hace varios años una necesidad imperiosa, independientemente del nivel de ingresos, pues hay evidencias contundentes de ineficiencia y falta de transparencia.
La solución se ha pospuesto gracias a la disponibilidad de ingresos petroleros, que ha facilitado al gobierno mantener un ejercicio malo y discrecional de los recursos.

Para demostrar la ineficiencia del gasto, sólo basta recordar que prácticamente no tiene efectos en el crecimiento económico ni en el bienestar de la población. Entre 2000 y 2014, el gasto se incrementó en 4.5 por ciento en promedio anual, en términos reales, pero la economía sólo creció 2.1 por ciento; en tanto que el número de pobres pasó de 52.6 millones de personas en 2010 a 61.4 millones en 2012.

La SHCP modifica la estimación de crecimiento del PIB establecida en los CGPE (3.7 por ciento), a un rango de entre 3.2 y 4.2 por ciento. Sin embargo, organismos internacionales y diversos analistas ubican el crecimiento para 2015 en alrededor de 3.0 por ciento. En esa línea, en la más reciente encuesta del Banco de México, los especialistas del sector privado reducen la estimación de crecimiento a 2.95 por ciento.

La SHCP ajusta al alza el tipo de cambio y a la baja el precio, la producción y la exportación de petróleo. Con base en tales ajustes, calcula el impacto en las finanzas públicas. Aunque afirma que las coberturas petroleras impedirán afectaciones en los ingresos, plantea un ajuste al gasto por 124 mil millones de pesos, lo que demuestra que dichas coberturas serán insuficientes.

Para 2016, la SHCP estima que se requerirá una reducción al gasto por 135 mil millones de pesos, debido a que se pronostica que el precio del petróleo se ubicará en 55 dólares (ya sin coberturas). Así, el gasto para 2016 se reduciría en 259 mil millones de pesos, en relación con el aprobado para 2015, lo que significa 3.5 por ciento menos, en términos reales.

En resumen, el panorama económico para lo que resta del año y el siguiente no es nada halagüeño. El crecimiento económico seguirá siendo mediocre por la enorme dependencia de factores externos y del petróleo. Las finanzas públicas seguirán siendo débiles.
La única esperanza está puesta en que por fin se logre una reestructuración a fondo del gasto público para hacerlo verdaderamente eficiente y transparente. Pero el gobierno que movería a México no parece moverse hacia ese objetivo.

Twitter: @Dolores_PL

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