Demián Sánchez

México no está entendiendo las negociaciones del TLCAN

 

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La quinta ronda de negociaciones para modernizar al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) comienza este viernes.
Tristemente, las cosas no pintan bien para el futuro del acuerdo. Peor aún, nuestro gobierno parece no entender el trasfondo político, lo que lo ha llevado a no tener una buena estrategia de negociación.

Comienzo por decir que los negociadores mexicanos me parecen especialistas de primer nivel. No hay duda que tienen la experiencia y la capacidad necesarias para negociar los aspectos técnicos del tratado. Sin embargo, Estados Unidos está siguiendo una lógica política, no una técnica. Estamos negociando a partir de intereses radicalmente distintos y por eso no creo que llegaremos a un acuerdo a menos que el gobierno mexicano cambie de inmediato su estrategia.

Primero entendamos la postura del gobierno estadounidense. El Presidente Trump ha mostrado una y otra vez que sólo le importa cumplir con su base electoral, la cual quiere que se cancele el TLCAN.
No le importan ni la evidencia de las desastrosas consecuencias de esa decisión ni la presión política de otros sectores de la sociedad. Basta ver la salida de Estados Unidos del Acuerdo de París, en contra de la opinión de científicos, grandes empresas y legisladores, para recordar que Trump no se guiará por la sensatez. A él le gusta cumplir a sus votantes y parecer un líder fuerte que toma sus propias decisiones.

La situación se complica porque Trump está cada vez más acorralado y no ha tenido ningún éxito de trascendencia durante su presidencia. El Congreso no ha revocado el programa de salud conocido como "Obamacare" ni ha aprobado una reforma fiscal. Trump no ha construido su muro ni limitado significativamente la entrada de migrantes. Es decir, no ha podido cumplir ninguna de sus promesas de campaña.

Por eso, no sorprende que Estados Unidos se haya radicalizado en las negociaciones del TLCAN. Trump quiere mostrar que pudo doblegar al lado mexicano. Si no lo consigue, se saldrá del acuerdo culpando a nuestra intransigencia. Cualquiera de esos dos resultados sería positivo para él, pero malo para nosotros y para la región en general.

¿Cómo podemos enderezar el rumbo? Primero, tenemos que cambiar nuestra estrategia de negociación de una defensiva a una ofensiva. Si sólo nos dedicamos a rechazar las peticiones de Estados Unidos, por más absurdas que sean, daremos la excusa perfecta a Trump para salirse del acuerdo. Tenemos que pasar a la ofensiva poniendo sobre la mesa temas que nos interesan. Pidamos, por ejemplo, la libre movilidad de profesionistas dentro de la región o que se eliminen las barreras a productos mexicanos como el atún, los lácteos y el pollo para ingresar a EU. El lado estadounidense tendrá que responder a nuestras peticiones y sólo así podremos entrar en una verdadera negociación.

Segundo, tenemos que ampliar el contenido de las pláticas para que vayan mucho más allá de los temas comerciales. ¿Trump quiere subir el contenido de partes estadounidenses en autos armados en México? Perfecto, pero nosotros queremos que reimpongan la prohibición a la venta de armas de alto calibre en EU, las cuales a menudo acaban en las manos de criminales mexicanos. Hagamos ver a Estados Unidos los temas en los que ellos fallan como vecinos. Recordemosles lo mucho que hacemos por ayudarles en asuntos tan variados como la seguridad nacional, la migración, y el combate al lavado de dinero, por citar algunos ejemplos. China ha logrado reducir la presión de Trump en temas comerciales al mostrarle, por ejemplo, el papel importante que juega en la relación con Corea del Norte.

Finalmente, si Estados Unidos no está respondiendo positivamente a nuestras peticiones, sería recomendable posponer las negociaciones hasta después de las elecciones de 2018 en México. Retomemos el tema una vez que tengamos de nuestro lado una Presidenta lista para defender a nuestro país con una buena estrategia.

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