Signos y Señales

Más allá del pacto fiscal

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Hay temas, como el de la naturaleza de las participaciones, que poco se comprende. Incluso hay quienes piensan que los estados recaudan los impuestos nacionales; sin embargo, no es así. La coordinación fiscal tiene un comité de vigilancia, sus trabajos son transparentes y públicos, y son perfectibles, por supuesto.

Yo estoy convencido de que tenemos que cambiar el pacto fiscal vigente desde hace 38 años, el mismo se agotó, cumplió las expectativas para evitar la doble tributación y hacer más eficiente la recaudación nacional, pero al ceder los estados sus facultades impositivas más importantes, muchos de ellos cayeron en un estado de pereza fiscal. Un ejemplo negativo es lo que pasó con el impuesto a la tenencia, que lo recaudaban como un acto de colaboración administrativa antes de 2012, y les significaba el equivalente de un mes adicional de participaciones al año, pero cuando se les cede, muchos lo derogaron, algunos lo legislaron, pero no lo han aplicado, lo cual les redujo sus ingresos. Por eso hoy hay contribuyentes de otros estados que van a emplacar a entidades federativas donde no se cobra.

Ello inhibe el regreso de otras facultades tributarias a los estados que sí quieren cobrar.

Por su naturaleza, dos son las vías establecidas en la Ley de Coordinación Fiscal para las transferencias a los estados: las participaciones, que presupuestalmente se ubican en el Ramo 28 del PEF, y las aportaciones, en el Ramo 33.

Las participaciones son la contraparte para los estados del pacto firmado en 1980, a través de un Convenio de Adhesión al Sistema Nacional de Coordinación Fiscal que nace ese mismo año. A través de esa adhesión, los estados ceden su administración al gobierno federal, recibiendo a cambio un porcentaje de lo recaudado, es decir las participaciones, que son transferencias no condicionadas, de libre disposición, ingresos propios de los estados. Su monto está vinculado al comportamiento de la recaudación federal participable, de forma tal que si ésta baja, las participaciones bajan, pero si sube, suben.

Igual ha sucedido con las aportaciones, que son recursos federales condicionados, cuyo calendario de pagos se publica cada año en el Diario Oficial de la Federación.

En 2017, por tercer año consecutivo, las participaciones terminaron con resultados positivos, esto es por encima de lo programado en alrededor de 36 mil millones de pesos, un promedio de poco más de mil millones adicionales por entidad federativa, que se distribuyen de acuerdo con las fórmulas establecidas.

Fueron 5.0 por ciento mayores en términos reales, respecto a las pagadas en 2016, lo cual se debió a que la recaudación participable se incrementó 2.8 por ciento real, gracias al comportamiento del componente tributario, la suma de ISR y e IVA, que aumentó 11 por ciento en términos reales. Aunque el IEPS, fundamentalmente de gasolina, presentó una disminución un poco superior a 20 por ciento, dado que desaparecieron desde febrero las cuotas complementarias y sólo quedaron las cuotas fijas.

La dependencia de los ingresos petroleros ya no existe, como ayer señalo el secretario de Hacienda en el evento anual del ITAM; son importantes, pero hoy el componente tributario es la base de nuestra recaudación fiscal, realizada con eficacia por el SAT.

Todas las entidades tuvieron ingresos adicionales respecto al año anterior, excepto Chiapas, Aguascalientes, Tabasco y Campeche; y en relación a lo programado, sólo recibieron menos recursos, el año pasado, Tabasco y Campeche.

Adicionalmente, es importante señalar las nuevas facultades que la Ley de Fiscalización y Rendición de Cuentas ha otorgado a la Auditoría Superior de la Federación para auditar las participaciones, empezando por la revisión y aplicación de las fórmulas de distribución, tanto de la Federación como de cada una de las fórmulas estatales para los municipios.

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