Rotoscopio

Milos Forman: defensor de la libertad

Hay pocas obras cinematográficas más rebeldes que la carrera de Milos Forman, amante absoluto de la libertad total.

Las grandes películas de Milos Forman –notable director de origen checo que murió la semana pasada– siguen a héroes o antihéroes similares. Algunos son hombres falibles que, pese a sus defectos, luchan por causas esenciales, como el pornógrafo que defiende la libertad de expresión o el loco que quiere traer vida a un manicomio. Otros son genios incomprendidos y hasta desagradables: el prodigio musical que es un adolescente perenne, el ingenioso comediante que saca de quicio al mundo entero. Los personajes de Forman son tan parecidos entre sí que dan la impresión de ser variaciones de una misma idea. Todos comparten ciertas características: la vulgaridad, la iconoclastia, el desafío al statu quo y, sobre todo, la búsqueda irrefrenable de la libertad.

Quizás, por haber crecido en la Checoslovaquia comunista, Forman no podía ser de otra manera. Libertad de expresión, de movimiento, de pensamiento: esos son los ejes rectores de sus películas más populares. Así hayan estado basadas en exitosas novelas como One Flew Over the Cuckoo's Nest, obras como Amadeus de Peter Shaffer o en las polémicas vidas de Larry Flynt y Andy Kaufman, los personajes de Forman luchan contra una fuerza represora, mojigata, mocha y mediocre. Si sus protagonistas son memorables –Flynt, Mozart, Randle McMurphy–, sus villanos son legendarios, en particular Antonio Salieri (F. Murray Abraham) y, por supuesto, la enfermera Ratched (Louise Fletcher): mandamás del manicomio en el que se desarrolla One Flew Over the Cuckoo's Nest. Merecedores ambos de Óscares para quienes los interpretaron, los roles de Ratched y Salieri son el opuesto directo de los héroes del cine de Forman: tiesos, poco imaginativos, apegados a las normas de la sociedad.

Pese a haber dirigido una de las películas imprescindibles de los setenta, misma que le dio el papel de su carrera a Jack Nicholson, y si bien Amadeus es una cinta de época impecable, con una opinión valiente sobre la naturaleza caprichosa del talento, Forman no es un director adorado (pese o quizás gracias a sus dos Óscares a Mejor Director). Tal vez porque trabajó a partir de material que fue exitoso en otro medio antes de que él lo abordara, persiste la idea de que no era tanto un autor como un traductor de ideas ajenas. Los vasos comunicantes entre sus cuatro más grandes películas demuestran que en realidad tuvo, como muchos artistas, inquietudes muy concretas. Su cine habla sobre la importancia de la libertad, y la lucha que la libertad debe sortear frente a la cultura puritana. Hoy, en el 2018, no podría ser un tema más pertinente. Hay pocas obras cinematográficas más rebeldes que la carrera de Milos Forman, amante absoluto de la libertad total.

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