Rotoscopio

'Hereditary' debió sacar más nominaciones

Como retrato de una familia partida por la tragedia, 'Hereditary' es una obra maestra de una tensión casi intolerable, escribe Daniel Krauze.

Cada enero se arma el debate sobre las películas y los actores a los que el Oscar injustamente olvidó o nominó. Este año, buena parte de la crítica estadounidense objetó la exclusión, en algunas categorías, de Black Panther, así como la inclusión de Bohemian Rhapsody y Green Book en la categoría de Mejor Película. En función de las actuaciones, todo mundo pareció estar de acuerdo en que Ethan Hawke merecía aspirar a la estatuilla a Mejor Actor. Coincido con algunas quejas y con otras no. Creo, por ejemplo, que el robo del año no fue excluir a Hawke –magnífico en First Reformed– o a Michael B. Jordan, también notable en la más bien mediana Black Panther. Desde mi punto de vista, Hereditary, su escritor y director y sus actores serán los grandes ausentes en la ceremonia.

Dirigida por Ari Aster, Hereditary comienza justo después de la muerte de la abuelita de la familia Graham. Su hija, Annie (Toni Collette), una artista dedicada a ensamblar complejas miniaturas, es –junto con su tímida hija Charlie (Milly Shapiro)– la más afectada. En un grupo de apoyo asegura apenas haber conocido a su madre, una mujer misteriosa que siempre fue una presencia tóxica en el hogar. El legado de la abuela y los planes que ella tiene para su familia desde ultratumba desencadenan una serie de eventos trágicos y espeluznantes, en particular alrededor de Peter (Alex Wolff), el hijo mayor de Annie. Para quien preste atención, todo cobrará sentido al final: treinta minutos en los que es imposible despegarse de la pantalla.

Tanto Wolff como Collette están extraordinarios, en dos actuaciones que exigen un calibre de dolor cuya intensidad, sin embargo, jamás es repetitiva. Lo que entregan es un caleidoscopio de los sentimientos amargos y confusos que afloran durante el duelo, pero aunados a una amenaza sobrenatural que busca acabar con todos los Graham. Conforme avanza la historia, Collette se ve obligada a interpretar el papel de Ellen Burstyn y, por momentos, el de Linda Blair en The Exorcist. Que no haya obtenido una nominación es una barbaridad.

Pero la gran revelación es Aster, un cineasta primerizo que filma con la paciencia de un director de mil batallas. No solo hay arrojo en su manejo escénico sino en el tiempo que dedica a cada toma, sosteniendo momentos aterradores más allá de lo que algunos considerarían de buen gusto. No obstante, los sustos y los breves momentos gore jamás se apoderan de la narrativa.

Como experiencia sobrenatural, la cinta de Aster es demoledora. Como retrato de una familia partida por la tragedia es una obra maestra de una tensión casi intolerable.

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