Rotoscopio

'Black Panther' hace historia

Daniel Krauze reseña que la cinta del superhéroe negro ofrece un discurso matizado, inteligente y, como se revela al final, propositivo.

Además de ser la primera película de este calibre dirigida, escrita y protagonizada casi exclusivamente por afroamericanos y africanos, Black Panther está haciendo historia en la taquilla, consiguiendo más de 400 millones de dólares a sólo diez días de su estreno. Sin embargo, más allá de las estadísticas, lo que la convierte en una rareza dentro del género de superhéroes es su discurso osado y coherente, lejos de los diagramas binarios de The Dark Knight o la dizque complejidad de Captain America. La historia gira en torno al príncipe T'Challa (Chadwick Boseman), quien asume el poder de la ficticia nación de Wakanda tras la muerte de su padre. Con la llegada al escenario de Erik Killmonger (Michael B. Jordan), un soldado estadounidense vinculado a Wakanda, T'Challa descubre que el legado del difunto rey dista de ser perfecto. El director Ryan Coogler logra alejarse de esquemas facilones para presentar dos puntos de vista con sus respectivos aciertos y carencias. T'Challa es un héroe falible, que cuestiona el statu quo del país que gobierna, mientras que Killmonger es un villano con argumentos convincentes, peleando por una causa tan justa que a veces se antoja tenerlo al centro de la historia. En suma, Black Panther es una cinta de superhéroes con un discurso matizado, inteligente y, como se revela al final, propositivo.

¿Qué decir del resto de la película? Por momentos su diseño de producción es genialmente enloquecido –laboratorios que parecen diseñados por una versión masái de Jony Ive; urbes que mezclan el diseño futurista de Asgard con la vibra de metrópolis africanas como Lagos– y su fotografía está llena de ambientes y detalles líricos. Basta ver ese limbo fosforescente donde los hijos se reencuentran con sus padres muertos. La acción, sin embargo, dista de tener el virtuosismo no sólo de otras cintas de Marvel sino de su propio director. En Creed, su anterior entrega, Coogler tuvo más arrojo e ingenio dentro de un cuadrilátero de lo que aquí hace con toda la ciudad de Busan.

Es una lástima también que Michael B. Jordan, un tipo que ocupa –literal y metafóricamente– toda la pantalla, tenga en la esquina opuesta a Boseman, un héroe con el carisma y la dicción de un actor de infomerciales. Su presencia lastra la película, cargándola de solemnidad y restándole eficacia tanto al humor como a la relación entre T'Challa y Nakia (Lupita Nyong'o), donde la química es tan intermitente que durante largos trechos se me olvidó que ahí había un romance en ciernes.

Nunca es fácil utilizar un contexto fantástico para filtrar parábolas del mundo real. Coogler era el escritor y director indicado para hacerlo con Black Panther. Es una pena que como punta de lanza no haya tenido a un mejor actor que Boseman dentro del traje negro.

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