Rotoscopio

'Billions', una buena inversión

'Billions', la serie que antes no tenía identidad, ahora se escucha como ninguna otra, comenta Daniel Krauze.

Tras una primera temporada sólida, lo común es que la calidad de una serie disminuya paulatina (Lost) o estrepitosamente (Heroes). Pocas logran dar un salto cualitativo exponencial de una temporada a otra. The Americans, The Wire, The Sopranos: la lista de series que se afinaron al avanzar es de veras corta. Ahora, después de su tercera temporada, podemos incluir en esa lista a Billions.

Billions gira en torno a la pugna entre dos narcisistas de cepa: Bobby Axe Axelrod (Damian Lewis), un inversionista multimillonario, y Chuck Rhoades (Paul Giamatti), un abogado cuya principal misión en la vida es mandar a Axe a la ruina. Al inicio Billions enganchaba sin convencer: la oscuridad de sus personajes se sentía impuesta, los actores se tomaban demasiado en serio el tono casi operático de sus papeles y el aspecto de la serie –aunque sobrio y elegante– daba la impresión de estar demasiado preocupado por reflejar un universo cool. Billions parecía una amalgama sin identidad propia. Todo eso empezó a cambiar desde la segunda temporada, hasta llegar a la tercera, mi favorita hasta ahora.

La clave ha estado en asumir limitaciones y adecuarse a ellas. En vez de intentar ser sutiles y profundos, como en la primera temporada, los guiones se han ido recargando hacia el exceso, amoldándose a las interpretaciones más bien exageradas de Lewis y, sobre todo, de Giamatti. Los personajes, que antes se esforzaban por hablar coloquialmente, ahora se expresan con la agilidad sobrehumana de Aaron Sorkin (pero con más simpatía), el lirismo violento de una obra de David Mamet y una densidad casi absurda de referencias pop.

Una serie que antes no tenía identidad ahora se escucha como ninguna otra. A este paso su cuarta temporada será una obra maestra. Vale la pena invertirle a Billions.

COLUMNAS ANTERIORES

'Once Upon a Time in Hollywood': cine sobre cine
'Mindhunter': una segunda temporada desigual

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.