Colaborador Invitado

El futuro de Latinoamérica empieza con la Alianza del Pacífico

El columnista dice que este proyecto llevará a Latinoamérica al borde de una nueva época de productividad, rentabilidad y prosperidad que le conviene a México.

Jason Marczak

Director del Centro para América Latina Adrienne Arsht del Atlantic Council en Washington y coautor del informe La Alianza del Pacífico 2.0: Próximos Pasos para la Integración.

Con la conclusión de la XIII Cumbre de la Alianza del Pacífico en Puerto Vallarta, es evidente que este bloque es el futuro y ofrece una oportunidad exponencial para el presidente electo, López Obrador. Es cierto que la Alianza ha hecho mucho en los últimos años. No obstante, la incertidumbre comercial a nivel mundial muestra una vez más la importancia de este grupo comprometido a encontrar prácticas avanzadas para mejorar sus países.

La Alianza, a la que pertenecen México, Colombia, Perú y Chile, se ha convertido en el bloque económico latinoamericano más codiciado por inversores extranjeros. En sus pocos años de existencia, el grupo ha alcanzado niveles impresionantes de eliminación arancelaria y armonización de estándares—motivos por los que cuenta hoy con 55 estados observadores.

Igualmente—o quizás más—importante fue la asistencia a esta cumbre de los jefes de estado de Mercosur, el bloque comercial suramericano que consiste de Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay. Aunque faltan cuatro meses para su toma de posesión, ya queda claro que AMLO tendrá en su sexenio la oportunidad de marcar un rumbo nuevo para las relaciones comerciales de México—y de toda la región latinoamericana. Al apoyar una convergencia de Mercosur con la Alianza del Pacífico, AMLO podrá cumplir con sus propias promesas de campaña y al mismo tiempo ayudar a América Latina a alcanzar su potencial comercial.

Electo en un contexto de incertidumbre—impulsado por EE.UU—en el comercio global, AMLO hizo campaña a favor de la diversificación de las relaciones comerciales de su país, y pidió mayor integración de México con América Latina.

Cuesta imaginar un paso más decisivo hacia estos dos objetivos que defender la integración Mercosur-Alianza del Pacífico. Juntos, los dos bloques representan el 81% del PIB de América Latina y más del 90% de sus flujos de inversión extranjera directa. Debido a las ganancias incuestionables que traería una unión de las dos áreas económicas, recientemente se ha visto una serie de gestos de acercamiento entre sus estados miembros. Y no es para menos, visto que las exportaciones intrarregionales representan apenas el 20% del total de exportaciones latinoamericanas—muy por debajo del 60% en Europa y el 50% en Asia Oriental.

Pero la utilidad de una convergencia va más allá del mero incremento del comercio intrarregional. Para México y sus socios en la Alianza del Pacífico, habrían tres ventajas principales.

Primero, lo obvio. Los cuatro países, claro está, disfrutarían de un mayor acceso a los mercados del Mercosur. Para México, en particular, como gran consumidor de maíz y fabricante de automóviles, Brasil y Argentina, con sus sectores agrícolas avanzados y mercados automovilísticos enormes, son parejas ideales.

Segundo, la integración de los bloques proporcionaría a las empresas mexicanas mayor competitividad en el mercado mundial. La armonización de estándares en todas las principales economías de América Latina posibilitaría las cadenas integradas de suministro y de valor que tanto necesita la región. México, que hoy cuenta con innumerables empresas avanzadas y orientadas al mercado como resultado de varias décadas de política económica liberal, sería entre los mayores beneficiarios de estos nuevos vínculos.

Y tercero, como AMLO pretende impulsar su sexenio apuntando hacia la diversificación global, la convergencia de los dos bloques le daría a él—y a todos los miembros del Mercosur y la Alianza del Pacífico—una posición más fuerte para negociar nuevos acuerdos.

Todo esto cobra aún más importancia frente a la expansión china en el hemisferio. El comercio e inversión provenientes de China sí deben ser bienvenidos en América Latina, pero la naturaleza única de la economía del país asiático significa que los términos de las relaciones importan, y mucho. México disfrutará de mucho más poder de negociación como parte de un bloque unido de ocho países—y con un PIB de casi 5 billones de dólares.

Y más allá de los beneficios inmediatos y tangibles, la convergencia Mercosur-Alianza del Pacífico tendría una importancia singular como paso intermedio hacia una meta más ambiciosa. Un reciente informe del Banco Interamericano de Desarrollo evalúa el impacto de un eventual tratado de libre comercio que abarque a toda América Latina. Esta posibilidad nos puede parecer muy lejana hoy, pero proyectos similares ya están en marcha en África y Asia Oriental.

El informe calcula que una área de libre comercio que se extienda desde el Río Bravo hasta la Tierra del Fuego podría aumentar el comercio intrarregional latinoamericano por unos 11 mil millones de dólares al año. Además, la región se vería notablemente menos vulnerable a los choques externos y la turbulencia en el comercio global. La medida de más alto impacto para hacer realidad esta propuesta, según subraya el informe, sería la integración de la Alianza del Pacífico con el Mercosur.

Como próximo mandatario de la mayor economía de la Alianza del Pacífico, AMLO tendrá la oportunidad de encabezar el proyecto más ambicioso de integración comercial latinoamericana hasta la fecha. Es un proyecto en perfecta consonancia con sus prioridades domésticas, el actual contexto político regional y el actual contexto de comercio global.

Si realizado, este proyecto llevará a Latinoamérica al borde de una nueva época de productividad, rentabilidad y prosperidad. Y ahora, mientras AMLO se prepara para su tan esperada presidencia, la pelota está en el lado de México.

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