Benito Solis

Lo que les preocupa a los inversionistas en México

En México la inversión no financiera -sobre todo la externa- se ha venido reduciendo, lo que se ha reflejado en un tipo de cambio más débil y en un aumento de las tasas internas de interés.

La inversión fija bruta es una variable fundamental que explica, en gran parte, el desarrollo de las distintas naciones. Cuando la inversión es cercana a 20 por ciento del PIB anual, los países logran tasas de crecimiento de 2.0 por ciento como sucede en la actualidad en México; sin embargo, cuando esta relación se eleva a 30 por ciento de la producción nacional se logra tener un dinamismo cercano o superior a 5.0 por ciento cada año. Resaltan casos como los de Singapur o China, los cuales han mantenido una inversión que se sitúa por arriba de 40 por ciento, con lo que han obtenido un dinamismo superior a 8.0 por ciento por varios años.

Sin embargo, en México la inversión no sólo ha crecido muy poco en los pasados años, sino que incluso llega a ser negativa, como sucedió en 2017 cuando disminuyó 1.5 por ciento. Esto es grave porque la baja inversión provoca menor crecimiento económico, que a su vez es causa de una reducción en la inversión, cayendo así en un círculo negativo perverso.

Para que los inversionistas dediquen recursos financieros a distintos proyectos requieren la certidumbre de que obtendrán un rendimiento adecuado así como la recuperación de su capital inicial. Esto se logra con seguridad jurídica y física tanto para las empresas y sus instalaciones como para sus empleados y funcionarios; una reducida inflación y tasas bajas de interés para efectuar un correcto cálculo financiero; estabilidad en las diversas disposiciones legales y fiscales con bajos impuestos; un crecimiento en sus mercados y otros puntos más. En los casos en que los riesgos sean elevados los inversionistas requerirán un mayor rendimiento o utilidades. Anuncios de posibles expropiaciones detienen la inversión privada en los distintos países.

En el caso de México la inversión no financiera, sobre todo la externa, se ha venido reduciendo en los pasados meses, lo que se ha reflejado en un tipo de cambio más débil y en el aumento de las tasas internas de interés. Esto resulta de la expectativa de cambios fundamentales en el entorno económico por diversas razones resaltando: 1) La inseguridad en diversas partes del territorio nacional, así como los mayores costos que se derivan de esto como son requerir más personal y sistemas de seguridad, pagar 'cuotas' a la delincuencia organizada para seguir operando, mayor pago de las primas de los seguros, etcétara.

2) El posible cambio del TLCAN o incluso su eliminación, provocando mayores costos o restricciones al comercio internacional. El 80 por ciento de las exportaciones de México son hacia Estados Unidos, por lo que mayores aranceles u otro tipo de restricciones resultarán en una caída en la demanda agregada, lo que equivale a un menor crecimiento.

3) El triunfo del candidato a la presidencia que las encuestas sitúan en primer lugar, quien ya ha anunciado una profunda transformación del país, al mismo tiempo que presentó una serie de costosos programas sociales. Esto incrementa la incertidumbre sobre las características de los mismos, sobre su financiamiento y su capacidad en el manejo de la administración pública. Hay que recordar que han sido frecuentes los casos de recesión al inicio de distintas administraciones federales, como sucedió cuando entraron al gobierno De la Madrid, Zedillo o Fox.

Por lo mismo, sería conveniente que se conozca con claridad y de manera expedita el ganador de las elecciones presidenciales, así como su plan de gobierno con cierto detalle. En nuestro país el periodo entre las elecciones y el inicio del nuevo gobierno es de cinco meses, a diferencia de otros países en donde este plazo es de sólo algunas semanas o un par de meses. Esto es un largo periodo de incertidumbre para los inversionistas, quienes retrasan sus programas de inversión hasta tener una mayor claridad de los cambios que pretende realizar la nueva administración. Por lo mismo, es posible una reducción en el dinamismo de la actividad económica en 2019.

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