Análisis sin Fronteras

Un batallón de abogados

El reto más grave para las Fuerzas Armadas es que no tienen ningún sustento jurídico para continuar haciendo labores en contra del crimen organizado.

En cuestiones de seguridad, Andrés Manuel López Obrador está rompiendo paradigmas, tradiciones y mejores prácticas. Y tal vez eso requiere la Cuarta Transformación, y porque México necesita un giro importante en la forma de enfrentarse a la inseguridad. Pero en cuestiones de seguridad esperemos que las declaraciones del Presidente electo y su equipo de asesores en la materia estén basados en una visión que después hay que buscar cómo implementar, y que no sea decisiones que tengan fundamento en ocurrencias o falta de entendimiento.

Porque en algo que no puede equivocarse el futuro presidente Andrés Manuel López Obrador es en los temas de seguridad, justicia y gobernabilidad, porque de esto depende la viabilidad de la Cuarta Transformación.

Por eso al identificar un mes y medio antes quienes serían los futuro secretarios de la Defensa y de Marina, rompe con una estrategia del pasado, que aseguraba que no hubiese tensiones en el mando durante la transición del secretario entrante al secretario saliente; el tenerlos plenamente identificados pone en paz a todos los rumores de que el nombramiento sería atípico. Pero también el saber quiénes serán responsables de las Fuerzas Armadas durante el siguiente sexenio –eso esperamos–, permitan que el almirante José Rafael Ojeda Duran y el general Luis C. Sandoval puedan influenciar de manera directa y en forma inmediata en las decisiones sobre las políticas de seguridad nacional que se están planeando implementar durante los siguientes seis años.

Porque hay confusión, desorden y mucha desinformación.

Comenté arriba que esperamos que vayan a terminar el sexenio, porque uno de los comentarios del Presidente electo que ha creado confusión y hasta consternación, es que pudiese someter a los titulares de la Sedena y a la Marina, al igual que los otros secretarios, a una "consulta" popular para definir la continuidad de los titulares de las Fuerzas Armadas. Al decir esto, simple y llanamente AMLO no entiende que no todo se puede someter a una consulta o a un referéndum, especialmente si tiene que ver con decisiones de seguridad nacional. Tampoco se da cuenta lo peligroso que es hacer estos anuncios. ¿Cuántos no querrán buscar desestabilizar el país para promover que despidan a un secretario que esté afectando los intereses de algún grupo del crimen organizado?

Por eso es importante que los futuros secretarios ya estén involucrados para ayudar y guiar al nuevo equipo de seguridad. Los nuevos secretarios estarán tomando las riendas en uno de los momentos más difíciles para las Fuerzas Armadas, en parte por la forma en que el futuro gobierno y los legisladores de Morena han hecho referencia del papel que han jugado el Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea (que AMLO parece olvidar que existe, nunca hace referencia a ella) en las últimas décadas, usando un lenguaje para desprestigiar y atacar su credibilidad.

De hecho, uno de los grandes retos que podría enfrentar el general Luis C. Sandoval es justificar los resultados de la consulta y explicar por qué la Fuerza Aérea Mexicana ya no necesita de la base aérea de Santa Lucía. También tendrá la responsabilidad de integrar al Estado Mayor a la Defensa, con todas las pesadillas administrativas y presupuestales que eso implica. Pero, además, reconociendo que de una forma u otra tendrán la responsabilidad de continuar cuidando la integridad física de un presidente que asegura que el "pueblo lo protegerá".

Y sí, obviamente toda institución requiere reformas y cambios. Incluyendo las Fuerzas Armadas. Pero una de las propuestas fundamentales de López Obrador, como candidato, fue la de desmilitarizar la "guerra" en contra del crimen organizado (hace seis años Peña Nieto prometió lo mismo), pero parecería que la propuesta más reciente es asegurar que en su sexenio sigan los soldados y marinos enfrentando a grupos armados, además de reclutar a 50 mil jóvenes (una minoría se irían para la Policía Federal) para pacificar al país. Esto requiere estrategia coordinada, recursos, y sobre todo una visión de cuál es el papel de las Fuerzas Armadas.

Además de la confusión en visión y estrategia, probablemente el reto más grave en este momento es que, literalmente, las Fuerzas Armadas no tienen ningún sustento jurídico para continuar haciendo labores en contra del crimen organizado, ya que la Corte no ha decidido sobre la Ley de Seguridad Interior, que ya promulgo el presidente Peña. Lo más peligroso para un militar ahora es no tener un respaldo jurídico para justificar sus acciones y decisiones.

Por eso, probablemente lo que deberían de reclutar los nuevos secretarios de la Defensa y de Marina es un batallón de abogados, incluyendo muy buenos constitucionalistas. Y no ordenar ningún operativo sin la firma expresa del comandante en jefe López Obrador.

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