Análisis sin Fronteras

Los emperadores no tienen ropa

 

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"–¡Qué preciosos son los vestidos nuevos del emperador! ¡Qué magnífica cola! ¡Qué hermoso es todo! Nadie permitía que los demás se diesen cuenta de que nada veía, para no ser tenido por incapaz en su cargo o por estúpido. Ningún traje del monarca había tenido tanto éxito como aquél. –¡Pero si no lleva nada!, exclamó de pronto un niño".

El traje nuevo del emperador, Hans Christian Andersen.

El problema de los candidatos a la presidencia es que por más que se quieran cubrir con terciopelo, lana y lino, en 2018 no podrán esconder actos de corrupción de ellos, su familia o de sus allegados políticos. A diferencia del entonces candidato Enrique Peña Nieto, de Angélica Rivera y de los entonces operadores políticos Luis Videgaray y Miguel Ángel Osorio, quienes sí pudieron esconder la cola de corrupción que los persigue y que acabó definiendo este sexenio ante los ojos de los ciudadanos. El "mal humor social" no tiene que ver conque los ciudadanos no entendamos el impacto de las reformas estructurales. La baja popularidad del presidente está vinculada a que se percibe a Peña Nieto y a varios de sus secretarios como corruptos. Y ahora que se ha identificado quién será el candidato por parte del Partido Revolucionario Institucional, por más que traten los sastres del presidente ya no habrá lino, lana o terciopelo imaginario que proteja a Enrique Peña Nieto y su equipo cercano de acusaciones de corrupción. Están desnudos ante la opinión pública. En Sonora diríamos que está 'bichicori'.

En varios países del continente, los presidentes están siendo investigados; en algunos casos fueron derrocados y hasta condenados por actos de corrupción y traición: Colombia, Guatemala, Brasil, Perú, El Salvador, Ecuador y recientemente Argentina. Esto crea en el imaginario de los electores mexicanos cuestionamientos de ¿por qué allá sí y en México no?

Y por más que quieran asegurar los sastres, perdón, los operadores del presidente, que no hay evidencias ni pruebas de actos de corrupción que vinculen Peña Nieto, el gritarlo y presionar no significa que la percepción va a desaparecer. Y la forma en que el PRI y sus aliados han manejado la selección del fiscal general, del fiscal anticorrupción y ahora el fiscal de la FEPADE, simple y llanamente da la impresión de que están preocupados por el traje del emperador, perdón, la falta de ropa que proteja al presidente.

Y ahora que el presidente es literalmente un lame duck político, podría estar en su momento de más vulnerabilidad. No sorprende que surgiera la semana pasada un grupo de legisladores –entre los que se encuentran Juan Carlos Romero Hicks, Ernesto Ruffo, Francisco Búrquez, Marcela Torres y Víctor Hermosillo–, quienes dieron a conocer una propuesta legislativa para modificar los artículos constitucionales 108, 100 y 111, para enjuiciar a un presidente por actos de corrupción, "eliminando con ello la inmunidad del jefe de Ejecutivo".

Obviamente no tiene futuro en esta Legislatura, pero los candidatos a la presidencia tendrán que responder si están dispuestos a investigar y encarcelar a sus colegas corruptos, incluyendo al pesidente.

El diario español El País publicó una entrevista a José Antonio Meade, en la que se le preguntó: ¿Usted está dispuesto a investigar casos de corrupción de esta administración, involucre a quien involucre? Meade no dio una respuesta concreta, sino que dio un rodeo semántico gigantesco: "Es que me parece que caemos de nuevo en el planteamiento personal. Tenemos que movernos en un esquema en el que la pregunta no sea válida.

Un esquema que funcione para todos, en donde el acceso a la justicia y a la rendición de cuentas sea igual para cualquier funcionario. Vamos a funcionar bien cuando la pregunta deje de tener mérito.

Cuando alguien piensa: 'El problema depende de' es que no entiende el problema de fondo". What?

Dime con quién andas y te diré quién eres, será la frase que defina cómo los electores perciben a los candidatos. Y a diferencia de Enrique Peña Nieto como candidato, el escrutinio sobre las vidas profesionales, públicas y privadas de los candidatos se transparentará durante esta campaña, incluyendo a familiares, amigos y colaboradores. Será brutal. No hay lino, lana o terciopelo que los proteja.

Probablemente semanas antes de las elecciones, el candidato que tenga la credibilidad y esté dispuesto a lanzar la primera piedra a la casa de cristal y asegurar que está presto a meter a la cárcel a todos, incluyendo a expresidentes, podría ser la diferencia que defina quién será el siguiente presidente de México.

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