Opinión

Alemania, sin lugar para las sorpresas


Ricardo Márquez A menos de dos semanas de las elecciones parlamentarias en Alemania, las tendencias de voto se han apretado ligeramente, pero se anticipan muy pocas sorpresas. En particular, no hay lugar para esperar cambios radicales en la relación de la mayor economía de la Unión Europea con los otros miembros de dicha organización, como resultado de este proceso electoral.  La actual canciller Angela Merkel, de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), se presenta como candidata a un tercer periodo en el cargo. Su principal rival es Peer Steinbrück, del centroizquierdista Partido Socialdemócrata (SPD), quien fungió como ministro de Finanzas de su primer gobierno (entre 2005 y 2009).  La CDU se ha mantenido a la cabeza de las intenciones de voto desde hace meses, respaldada por la buena gestión económica de Merkel, que ha mantenido la crisis europea fuera de las fronteras alemanas. No obstante, para mantenerse en el cargo la canciller necesitará construir una coalición que la respalde, preferentemente con el Partido Democrático Liberal (FDP) que sostiene, junto con la CDU, su actual gobierno.  En las últimas dos semanas, la suma de los porcentajes de intención de voto para ambos partidos se ha mantenido cerca de 45% (datos del Instituto Forsa), contra el 44% que alcanzarían, en conjunto, los socialdemócratas, el partido verde y el partido de izquierda  –aunque vale señalar que el candidato del SPD, Steinbrück, ha afirmado que no formaría una alianza con este último–. Los mayores riesgos para Merkel son: la posibilidad de que sus aliados liberales no alcancen el umbral mínimo de 5% del voto para entrar al parlamento (las encuestas los ubican con un 5 o 6 por ciento); y una eventual votación arriba de este mínimo a favor  de la Alternativa para Alemania, un nuevo partido de euroescépticos que rechaza los rescates a otros miembros de la UE –la mayor parte de los cuales ha sido financiada por Alemania.  El segundo caso complicaría la formación de una coalición exclusivamente de centro-derecha entre democristianos y liberales, pero su alternativa más viable sería el establecimiento de una coalición amplia entre la CDU y el SPD, como ocurrió entre 2005 y 2009. Pero en cualquiera de estos escenarios el partido de Merkel mantendría la mayoría y ésta seguiría siendo canciller. Las diferencias más grandes entre las propuestas de Merkel y Steinbrück se hallan en temas internos, como el esquema de impuestos o el establecimiento de un salario mínimo de 8.5 euros por hora.  En materia de política exterior, Steinbrück ha criticado que la postura de la canciller hacia los países europeos con problemas fiscales se ha enfocado exclusivamente en los recortes al gasto gubernamental. Pero no está claro qué tan flexible sería el candidato del SPD con sus endeudados vecinos. Aunque muchos ven a Angela Merkel como la única responsable de las duras medidas de austeridad que varios gobiernos de la zona han establecido en respuesta a la crisis, la realidad es que el SPD ha apoyado a Merkel en las votaciones que se han llevado a cabo en el parlamento alemán en relación con la crisis del euro.

 

Todo apunta a que habrá pocas sorpresas. La única duda real parece ser si Merkel podrá mantener su coalición conservadora, o si tendrá que conformarse con una alianza de la que también formen parte los socialdemócratas. En cualquier caso, la apodada por algunos “dama de hierro del siglo XXI” tiene muchos argumentos para sentirse segura en su cargo.


 
 
 
 

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