Desde San Lázaro

Voto cruzado

Parece oportuno que la ciudadanía valore la relevancia de emitir un voto cruzado, es decir, uno por el candidato presidencial de su preferencia y otro por un Congreso opositor al Ejecutivo.

Cuando escuchamos noticias de que integrantes del Poder Legislativo utilizan el cargo para obtener privilegios y hacer proselitismo a favor de sus partidos con recursos públicos, como el caso de la senadora Layda Sansores, quien no tuvo empacho en hacer compras personales y presentar facturas para su reembolso por la cantidad de más de 700 mil pesos, dizque para hacer donaciones a grupos sociales, en verdad es cuando nos damos cuenta del porqué nuestros representantes populares gozan no sólo de mala fama ante la opinión pública, sino que ese tipo de acciones contribuyen a que el Congreso de la Unión viva uno de sus peores momentos en cuanto a confianza y credibilidad se refiere.

Tal vez por ello sea oportuno que la ciudadanía valore la relevancia de emitir un voto cruzado, uno por el candidato presidencial de su preferencia y otro por un Congreso opositor al Ejecutivo.

Ejemplos de propuestas para hacer más eficientes y productivas las actividades del Congreso de la Unión las podemos encontrar en el planteamiento de quien, por el Partido de Nueva Alianza, pretende llegar a la Cámara alta, con una iniciativa que en principio cuenta con gran aceptación ciudadana y ya se le conoce como 'ley nalgas'.

¿Qué propone el abanderado del partido turquesa Eduardo Achach? Algo muy simple: que la actividad de los integrantes del Poder Legislativo se rija por una ley que en principio obligue a los congresistas a tener mayor presencia en los recintos legislativos, al menos durante los periodos ordinarios de sesiones. Y plantea que, para el pago de sus salarios, los senadores y diputados federales cuenten con un mínimo de 95 por ciento de las asistencias durante el tiempo que duren los periodos ordinarios de sesiones y que en ese registro se incluya el trabajo en comisiones.

Quienes aspiren a llegar al Poder Legislativo, a propósito de la renovación de la totalidad del Congreso federal, plantea Eduardo Achach, deberán cumplir con sus asistencias a las sesiones del Pleno y además deberán permanecer durante el desarrollo de las mismas. "Para que después no salgan con que no se dieron cuenta de lo que aprobaron, en otras palabras que por lo menos hagan horas nalga", advierte el candidato aliancista.

Tiene razón el candidato de Nueva Alianza, con la integración de la nueva Legislatura, la LXIV y LXV, lo mínimo que espera la ciudadanía es un cambio de actitud en los nuevos ocupantes de los recintos de San Lázaro y Reforma e Insurgentes, pero también plantea acabar con privilegios como los gastos de representación, bonos, viáticos y viajes al extranjero, y que los legisladores se concentren más en el análisis de los temas que a la ciudanía le interesan.

Historias como la de Layda Sansores, quien sin escrúpulos anda en campaña solicitando votos para que ahora la elijan alcalde en Álvaro Obregón, en la Ciudad de México, no pueden repetirse. Por eso nos parece sano que además de su asistencia y obligación por involucrarse en las iniciativas que se analizan y aprueban en los plenos, se les quiten privilegios como las partidas presupuestales que, según se ve con Layda, se gastan con total discrecionalidad y falta de transparencia, sin que nadie haga algo por terminar con esos vicios que de alguna manera también hablan de corrupción.

En fin, lo que propone Eduardo Achach, aunque para algunos resulte una iniciativa incompleta, nos parece adecuada y oportuna si lo que se busca es regresar credibilidad y confianza al Poder Legislativo. ¿Voto cruzado? ¿A poco no es atractiva la propuesta de Nueva Alianza?, ¿verdad que sí?, entonces no estaría mal adoptar esa modalidad a la hora de elegir a los representantes al Congreso.

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