Desde San Lázaro

No está garantizada la victoria para AMLO

A pesar de que en las filas de AMLO ya se vive un ambiente de fiesta por el inminente triunfo el próximo 1 de julio, hay varios elementos que han pasado por alto para asegurar una victoria.

En las filas de AMLO ya se vive un ambiente de fiesta y de pleno optimismo por el inminente triunfo el próximo 1 de julio. La embriaguez que da la lectura de las encuestas está provocando la excesiva confianza y una serie de excesos de soberbia y de maltrato e insultos a sus contrincantes; sin embargo, hay varios elementos que han pasado por alto para asegurar una victoria.

Morena es un partido nuevo, con apenas cuatro años de existencia, y por ende no cuenta con las estructuras partidistas necesarias en todo el territorio nacional para, en primera instancia, cubrir todas las casillas que se instalarán y, en segunda, garantizar que sus simpatizantes acudan a votar.

Si bien es cierto que muchos de sus militantes vienen de otras fuerzas políticas que ya cuentan con una organización y capacidad de movilización, también es verdad que no existen dirigencias estatales confiables que garanticen la participación ciudadana a su favor.

Los cuadros de militantes y simpatizantes se consolidan con una tarea partidista cotidiana, en donde la enseñanza de la ideología y el propio adoctrinamiento juegan un papel fundamental, así como el ejercicio pleno de la democracia interna para la selección de los mejores candidatos para los puestos de elección popular.

En Morena no existe esa democracia interna, la mayoría se escogen a voluntad de López Obrador o por la lideresa nacional, y en múltiples casos ha sucedido que es a través de un sorteo.

Como se aprecia, estas condiciones no garantizan lealtad ni mística hacia una causa política.

El entusiasmo mayoritario de la gente hacia El Peje no es suficiente para garantizar el resultado.

Claro, dirán algunos que el funcionamiento interno de Morena depende en alguna medida de las regulaciones legales, como las contempladas en la Constitución, en la ley de partidos políticos, pero depende en mayor medida de sus regulaciones internas y éstas están sólo en el papel y no se llevan a cabo por la militancia y los simpatizantes.

Y no crea estimado lector que esto lo desconoce Andrés Manuel y sus encargados de las diversas circunscripciones, lo que pasa es que muchos de ellos no han tenido la capacidad para integrar operativamente esos cuadros partidistas para enfrentar la elección.

Hay declaraciones en privado de algunos colaboradores del tabasqueño que están preocupados por esta situación, que a 15 días de la elección se antoja harto difícil de corregir.

Así las cosas, mientras que sus adversarios, como el PRI, ya tienen cubiertas todas las casillas y toda la estrategia de movilización para la jornada, en Morena confían en la Gracia del Señor.

Estos aspectos relevantes para ganar una elección presidencial en muchas ocasiones se confían a los gobernadores; sin embargo, Morena no tiene ninguno que haya surgido de sus filas, aunque hay que reconocer que algunos de esos mandatarios estatales están subrepticiamente con ellos, pero que a la hora definitiva será muy difícilmente que puedan desplegar ese apoyo el 1 de julio, debido a los propios candados internos que les ponen los partidos políticos en donde militan.

Por supuesto, este factor de ninguna manera está considerado en las encuestas, ni se miden y mucho menos se publican.

Por ello insistimos que Andrés Manuel López Obrador no tiene ganada la elección presidencial, y si a la carencia de una estructura partidista consolidada en todo el país le sumamos la soberbia y la confianza que prevalece en sus filas, pues está condenado, una vez más, a sufrir una derrota estrepitosa.

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