Desde San Lázaro

La represión y la censura en los medios

La autocensura en los medios de comunicación impresa ya comenzó y se ha recrudecido, en respuesta a las presiones que ejercen los colaboradores de AMLO para silenciar a plumas incómodas.

Con el fantasma de una eventual victoria de AMLO en los comicios del 1 de julio, la mayoría de los dueños de los medios de comunicación viven con el 'Jesús en la boca', ya que por un lado deben respetar irrestrictamente el trabajo profesional que llevan a cabo sus colaboradores y, por otro, se esfuerzan para que toda la plataforma de negocios que tienen no se vea amenazada por el malestar del tabasqueño y sus colaboradores, al ser exhibido cotidianamente por sus incongruencias, antecedentes y yerros personales, precisamente en sus páginas.

La autocensura en los medios de comunicación impresa se ha recrudecido, se quiera reconocer o no, y eso responde a las presiones que ejercen desde el búnker del tabasqueño para silenciar a plumas incómodas, o más aún, a líneas editoriales que no comulgan con sus ideas.

Lo absurdo del caso es que todavía no están en Los Pinos y ya inició una cacería de brujas y se conforman las reglas de la censura y la represión.

En un régimen totalitario, ya sea de izquierda o de derecha, no se tolera a los medios de comunicación, llamémosle independientes, en pos de esconder la realidad de los hechos que les son adversos ante la opinión pública. Toda la prensa escrita y los medios concesionados es amordazada o cerrada, quedando sólo los medios oficiales que están al servicio de los gobiernos, que no son más que panfletos de propaganda del Estado totalitario.

Sólo unos ejemplos de regímenes totalitarios de extrema derecha en la historia: el nazismo de Hitler, el fascismo de Mussolini, la dictadura de Francisco Franco y el régimen de Pinochet.

En la izquierda encontramos ejemplos ominosos en los gobiernos comunistas, ejemplificados en la actualidad por Corea del Norte, Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bolivia, entre otros.

En nuestro país estamos por entrar a una etapa crucial, en donde las libertades y los derechos fundamentales estarán en riesgo y que, insistimos en el tema, desde ahora ya se empieza a reflejar en los medios de comunicación.

Dueños atemorizados ya empiezan a apretar las tuercas al interior de sus filas y a hacer cambios para tener contento al mesías.

La censura arrasa y el derecho a la información que tiene una sociedad democrática está amenazado.

En las páginas de EL FINANCIERO se puede observar que es uno de los pocos medios de comunicación que combate esa censura y que, sin importar las presiones, continúan los columnistas y colaboradores publicando trabajos periodísticos basados en hechos irrefutables.

Todos con su verdad, resistiendo los vendavales e insultos de las redes sociales y soportando estoicamente la presión que ejercen aquellos que ya se sienten en el umbral del poder.

Por desgracia, otros medios que circulan en la capital del país no sólo han sufrido amenazas, sino que sus dueños han tomado decisiones que han afectado terriblemente a sus cuadros directivos. Algunos incluso, ya con su renuncia.

Bien se dice que en la próxima elección no está en juego un sexenio más, sino el propio destino del país, que de quedar en manos de un dictador sufriría un retroceso de consecuencias desastrosas.

Todavía hay tiempo de tomar la mejor decisión para México y mandar a su rancho a Andrés Manuel López Obrador.

El control de los medios de comunicación es necesario para el dictador, entendidos como impulsores y defensores de sus ideas, como ya lo demostró Goebbels, ministro de propaganda hitleriano. El poder de manipulación y control de las masas que permita incluso perpetuarse en el poder, es fundamental y esto ya lo empieza a ejercer AMLO.

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