Desde San Lázaro

El tercer debate

En el tercer encuentro de los candidatos presidenciables, los indecisos están por tomar su decisión, muchos de ellos a pie de casilla, y el voto útil se moverá en un sentido.

Considerada como la tercera prueba de fuego para el puntero de las encuestas, el debate presidencial de este martes pondrá a prueba, una vez más, a Andrés Manuel López Obrador, quien será atacado por todos los frentes posibles para hacerlo caer en las preferencias.

Así, la esgrima verbal desplegará una verborrea que incluye, sin duda, golpes bajos y revelaciones, incluso de alcances familiares. Por ello, la respuesta y, sobre todo, el temple del tabasqueño, deberá ser contundente y con conocimiento de causa.

Para aquellos que esperan que esos acontecimientos relevantes muevan las encuestas a favor de determinado candidato, es una entelequia porque de todas maneras los estudios demoscópicos sacarán resultados a modo del cliente. Unas dirán que aumentó la ventaja del puntero; otras, que se consolida el segundo lugar, y otras más, que se desfonda el tercero.

Lo cierto es que a 18 días de la elección, los indecisos están por tomar su decisión, muchos de ellos a pie de casilla, y el voto útil se moverá en un sentido.

Lo único real es que de ninguna manera Andrés Manuel lleva una ventaja de dos dígitos y mucho menos mayor al 50 por ciento, esto quedará demostrado con la calificación de la elección por parte del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

La otra verdad es que efectivamente las encuestas se han convertido en instrumentos de propaganda más que de información científica anticipada, no sólo ahora, sino desde que se documentaron, por parte de la autoridad electoral, los estudios que dan cuenta del grado de error en que cayeron todas las encuestadoras de nombre en este país en la medición de la elección presidencial de 2012, quedando en evidencia por su pésimo trabajo.

La estrategia que usará cada uno de los candidatos presidenciales en el debate de hoy es del conocimiento público. López Obrador a nadar de muertito. A evitar caer en provocaciones y desviar la atención para que no se aprecie el nivel de ignorancia que tiene en los temas del debate; y los otros tres a acorralarlo.

A qué me refiero: el tema de crecimiento económico, pobreza y desigualdad es quizá en donde se han escuchado más propuestas de los cuatro candidatos; sin embargo, al analizar los cómos para alcanzarlos, AMLO no ha dicho de dónde va a sacar los cinco billones de pesos que van a costar sus programas asistenciales, sobre todo si insiste de no subir impuestos y no endeudar al país.

Del mismo modo, en el tema de educación, ciencia y tecnología cómo va explicar que alcanzará logros significativos en estos rubros si piensa terminar con la reforma educativa. Qué cara va a dar al país sobre la complicidad que tiene con los maestros de la CNTE, quienes ya están apostados, desde ahora, afuera de la Secretaría de Gobernación para apuntalar el conflicto poselectoral.

Y en salud, desarrollo sustentable y cambio climático qué razones y argumentos va esgrimir para defender sus propuestas en estos rubros, cuando no tiene ninguna alternativa seria que no sea el asistencialismo.

No basta con que la gente esté hasta la madre del actual gobierno peñista, debe reflexionar su voto y en ello hay millones de mexicanos que están a punto de tomar una decisión trascendente para México y, por supuesto, para sus próximas familias. En ese sentido, ojalá que los niveles de audiencia que alcance el debate sea de tal magnitud que permita a gran parte de la ciudadanía estar debidamente informada.

COLUMNAS ANTERIORES

Robo a las pensiones de los trabajadores
Morena rescata a Jalisco

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.