Desde San Lázaro

Contra empresarios, Ejército, intelectuales, clero…

Ejercer el poder para minimizar el choque entre los intereses encontrados que se producen en la sociedad es una condición 'sine qua non' de todo político, que AMLO parece entender al revés.

El arte de la política, definida como una manera de ejercer el poder con la intensión de resolver o minimizar el choque entre los intereses encontrados que se producen en la sociedad, es una condición sine qua non de todo político. Hacer política es consensuar voluntades, tender puentes, buscar equilibrios para gobernar.

Esta cualidad es uno de los atributos básicos que debe tener todo aspirante a un puesto de elección popular, a un cargo público y, por supuesto, a la presidencia de la República.

Los grandes presidentes han sido maestros de la política. Sobre todo aquellos que han logrado hacer grandes convocatorias para transformar al país.

López Obrador parece entender esta habilidad al revés. Es un buscapleitos empedernido contra aquellos que no piensan como él.

Es un antidemócrata. No consiente que alguien disienta porque se encarga de insultarlo. No soporta que alguien le lleve la contraria para acusarlo como esbirro de la mafia del poder.

Así se ha peleado contra el Consejo Coordinador Empresarial, el Ejército y la Marina, los intelectuales, el clero y por supuesto contra simpatizantes y militantes de otros partidos políticos que no sean de Morena.

Cómo aspira a gobernar un país tan disímbolo. Con una extraordinaria diversidad de etnias, culturas, religiones y cosmovisiones, si a las primeras de cambio arremete contra quien ose pensar diferente a él.

Si como candidato se ha peleado con medio mundo, qué nos espera como presidente.

Después de observar la patología de un hombre público y dedicado a la política con ideas retrogradas y absolutistas, sólo me vienen a la mente aquellos sátrapas que han enfrentado a los pueblos en conflagraciones mundiales.

No se puede permitir nuestro país darse el lujo de entregarle su destino a un hombre que nos va a llevar al enfrentamiento. A la división y al encono social.

Ya desde ahora se observa este modelo de confrontar a los buenos y a los malos. Por supuesto, él representa la bondad y la justicia, y los otros la maldad y la traición.

Así se encuentra dividida Venezuela y ahora Nicaragua, más pronto de lo que suponemos, será México si gana AMLO.

No se trata de un cliché. No es repetir la misma frase de que López es un peligro para México. Se trata de alertar, con razones, a la población de que la amenaza es real y que se cierne sobre todos.

Los sectores de la sociedad agredidos por el candidato de Morena no se han quedado cruzados de brazos, ha comenzado a moverse activamente por impedir que Andrés Manuel llegue a la presidencia, mediante todos los recursos que tienen a la mano.

El tabasqueño se lo buscó y ya los encontró.

En una sociedad democrática es normal que todas las voces se expresen y se manifiesten, ya sea a favor o en contra de determinado proyecto, lo que no debemos permitir es que con insultos y amenazas, ahora, y con violencia, después, se fustigue a los detractores de determinado proyecto.

Y eso es precisamente lo que hace López Obrador. Dividir y polarizar. Sembrar el odio y la división entre los mexicanos.

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