Desde San Lázaro

Claudia, entre la espada y la pared

La candidata del oficialismo tendrá que prepararse mejor, tanto en las propuestas y en la defensa del proyecto de la 4T y del Presidente, como en responder a los cuestionamientos con datos duros.

Después de la supuesta victoria pírrica que obtuvo Claudia Sheinbaum en el primer debate presidencial, se le vino encima la molestia del presidente López Obrador porque, según él, nadie defendió a su gobierno y que se impuso la narrativa de los opositores, aunque en los hechos, la exjefa del gobierno capitalino sí abonó a la causa de la autollamada 4T.

Decir que la candidata de Morena y rémoras ganó el debate es una opinión sesgada en virtud de que a los ojos del jefe del Ejecutivo federal, no estableció una defensa a ultranza del proyecto político y menos de su gestión; y para los opositores, resultó que el evadir, mentir y no salirse del guion de mantener una postura indolente y fría, mostró un talante autoritario que tendrá un costo en las urnas.

Lo cierto es que la aspirante oficialista camina por una línea muy delgada entre comportarse al gusto del Presidente, su jefe y mentor, y responder a las grandes expectativas que tiene la población en ella y que exige soluciones a la grave problemática que enfrentan en torno a la inseguridad pública, la crisis en el sistema de salud pública y educación, la corrupción y las endebles finanzas públicas, entre otros muchos temas.

La doctora está entre la espada y la pared y un paso en falso la puede poner al borde de una crisis de tamaños insospechados.

El debate no solo encueró las deficiencias en los múltiples errores en su producción y desarrollo, sino que mostró las serias limitaciones que tuvieron los tres candidatos y ello de suyo, pone en entredicho a la próxima presidenta de México.

La favorita de las encuestas tendrá que prepararse mejor para los siguientes debates, tanto en las propuestas y en la defensa del proyecto de la 4T y del presidente López Obrador, como en responder a los cuestionamientos con datos duros y reales, y no con una retahíla de mentiras o de medias verdades.

La lista de falsedades empezó con que todos los feminicidios son castigados, hasta que existen dos billones y medio de pesos, producto de los ahorros por la corrupción, cuando no están en alguna cuenta pública o en algún fideicomiso.

La acusación en torno a los supuestos actos corruptos de los familiares del presidente, fue escueta e insuficiente.

Y así fue en el caso de la gestión de atención de la pandemia, la escuela pública, el acceso a la salud, incluso con su tianguis digital que no resiste una mínima prueba de operación positiva.

La reiterada acusación sobre el derrumbe del colegio Rébsamen y el percance fatal de la Línea 12 del Metro, merece una respuesta más amplia y convincente sobre su accionar como funcionaria pública.

Por su parte, Xóchitl Gálvez quedó a deber, no supo manejar la bolsa de tiempo y menos darle el peso específico y necesario a cada una de sus denuncias de “corrupción criminal”.

Sus propuestas, algunas de ellas creativas y viables, se perdieron en el cúmulo de datos, hojas y gráficos que llevó a la sesión.

La imagen corporal de la opositora dio la impresión de una mujer nerviosa, insegura e iracunda ante los dardos envenenados de sus dos rivales políticos.

La hidalguense no se preparó a conciencia y la pifia, al final del debate de poner la imagen del país al revés, pintó de cuerpo entero su dubitativa participación.

La abanderada del PAN, PRI y PRD debe aplicarse al máximo en los dos debates que faltan, porque con cada día que pasa pierde la oportunidad de ganar la presidencia de la República.

Ante una elección de Estado que se avecina, se requieren más tamaños de Xóchitl para alcanzar la victoria y por lo que se apreció en el primer debate, pues sinceramente no le alcanza.

En lo que respecta a Jorge Álvarez Máynez, diremos que eso de ser comparsa del poder no es lo suyo y es una pena que su trayectoria legislativa se ponga en entredicho por desempeñar el papel de patiño.

Para el segundo debate presidencial es menester mejorar el formato al hacerlo menos rígido y con mayor libertad a los candidatos para que puedan debatir libremente.

Hay que darle más libertad y confiar en las capacidades de la extitular del gobierno capitalino, y no resguardarla a tal nivel que impiden que realmente se conozcan sus grandes habilidades que tiene, merced a su experiencia política.

Esos blasones que mostró en el primer debate con tantos reconocimientos y diplomas, debe reflejarlos en sus propuestas y en su habilidad para debatir sin cortapisas y sin la camisa de fuerza que le autoimponen sus colaboradores.

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