Las Encuestas

Los rebotes de Anaya

El débil compromiso de los electores que lo apoyan explica el patrón de sube y baja que Ricardo Anaya ha registrado en las encuestas.

Entre las muchas facetas que las encuestas están documentado en este proceso electoral se observa un patrón de rebotes en el apoyo a Ricardo Anaya. El candidato de la coalición Por México al Frente a ratos baja y vuelve a subir; baja de nuevo y se recupera otra vez.

En la serie de encuestas que ha publicado EL FINANCIERO, Anaya bajó seis puntos luego de la salida de Margarita Zavala del PAN, para recuperarse nuevamente a su nivel previo durante la precampaña, rebotando siete puntos. Luego en la intercampaña bajó de nuevo, al parecer como consecuencia de la información sobre el tema de lavado de dinero, caída que registraron las encuestas de EL FINANCIERO en marzo (con cuatro puntos a la baja) y la encuesta de Reforma previa al primer debate (con una caída de seis puntos).

Las primeras encuestas hechas después del debate, incluida la de Reforma, documentan un nuevo rebote de Anaya en las preferencias, quedando en niveles similares a los que tenía antes de su segunda caída. Según el sondeo de ese diario, Anaya recuperó cuatro puntos luego del debate presidencial.

Lo que estos rebotes evidencian no sólo es la volatilidad de una buena parte del electorado, sino también la falta de cristalización del voto anayista, que al parecer luce aún incierto. En otras palabras, una buena parte de quienes dicen en las encuestas que piensan dar su voto al candidato frentista no lo hacen completamente convencidos.

No queda del todo claro por qué esa falta de convicción, pero las encuestas sí ofrecen elementos para confirmar que es el caso. La encuesta de EL FINANCIERO realizada en marzo pasado preguntó a los encuestados si ya decidieron definitivamente su voto, si tienen idea pero podrían cambiar o aún no lo han decidido.

Quienes manifestaron una preferencia por López Obrador o por Meade respondieron en una proporción similar (alrededor de 60 por ciento en cada caso) que ya decidieron definitivamente su voto; son seguidores 'convencidos'. En el caso de Anaya el porcentaje fue mucho menor, poco arriba de 40 por ciento. La intención de voto por Anaya lucía más frágil y menos comprometido.

En contraste, la proporción de seguidores del candidato frentista que dijo que aún podría cambiar de opinión era el doble (casi 30 por ciento) que la que se observaba entre los seguidores de AMLO y de Meade (alrededor de 15 por ciento en cada caso). Esto sugiere que el compromiso de los electores que apoyan al candidato del Frente ha sido, hasta ahora, más débil que el de sus principales adversarios, y eso nos ayuda a entender el patrón de sube y baja que Anaya ha registrado en las encuestas durante los últimos meses.

Las implicaciones de esto podrían ser que: 1) la campaña anayista no ha solidificado su voto y enfrenta esa tarea en las etapas finales de la contienda; de no hacerlo, 2) los movimientos en las preferencias por la opción frentista podrían no ser definitivos en lo que resta de las campañas; y 3) el llamado al voto útil no parece tan directo como algunos creen; el voto útil al que ha apelado Anaya es al priista. Por un lado, pareciera que lo que ha perdido el PRI lo ha capitalizado más Morena. Por otro lado, la apuesta en el cambio de la dirigencia del tricolor apunta precisamente a cerrar las escotillas y evitar posibles deserciones. Veremos qué sucede.

Por lo pronto, a menos de dos meses de las elecciones, la campaña de Anaya enfrenta los retos de cómo crecer y no bajar en el intento, cómo solidificar la porción inestable de sus simpatizantes y, de seguir el patrón de sube y baja, cómo llegar a las elecciones en un rebote positivo y no en curva negativa.

De acuerdo con la encuesta de EL FINANCIERO levantada en marzo, la mitad del apoyo a Anaya viene de panistas y una décima parte de perredistas, sumando alrededor de 60 por ciento de voto partidista por el Frente. El riesgo del voto panista es el factor Zavala, que por lo pronto no parece haber capitalizado del primer debate. El resto del apoyo a Anaya, casi 40 por ciento, es voto principalmente apartidista, por naturaleza menos convencido y más volátil. Habrá que ver el tratamiento que le da la campaña de Anaya, que hasta hoy ha sido la de una candidatura rebotante.

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