Las Encuestas

La erosión de la confianza

Alejandro Moreno escribe que uno de los cambios más marcados, y quizás más preocupantes en la sociedad mexicana, es la gradual pero profunda erosión de la confianza.

Uno de los cambios más marcados, y quizás más preocupantes, en la sociedad mexicana durante los últimos treinta años, es la gradual pero profunda erosión de la confianza. De acuerdo con la Encuesta Mundial de Valores (WVS, por sus siglas en inglés), la creencia de que se puede confiar en la mayoría de la gente representa hoy apenas un tercio de lo que era hace tres décadas. De 1990 a 2018, la confianza social cayó de 34 a 11 por ciento. Este último es el porcentaje más bajo que se ha registrado en toda la serie, y se ubica en los niveles más bajos de confianza social en todo el mundo.

Esta notable disminución en la confianza social no se dio de un día para otro, sino que se trata de una gradual transformación que se ha venido registrando cada vez que se hace la encuesta WVS en nuestro país. Visto de otra manera, la sociedad mexicana se ha vuelto más desconfiada. Describir a los mexicanos como desconfiados no es nada nuevo. Desde los años cincuenta, varios estudios, desde distintas disciplinas, con diversos tipos de evidencia o argumentación, han concluido que uno de los rasgos centrales del carácter nacional es, precisamente, la desconfianza. Así lo han señalado destacados filósofos, psicólogos, psicoanalistas, poetas, periodistas, sociólogos, etc., que han contribuido al mapeo de nuestra vida y cultura nacionales.

Lo que sí hay que señalar es que la espiral de desconfianza no ha cesado. El porcentaje de mexicanos que no confía en la gente, es decir, que cree que se debe ser muy cuidadoso en las interacciones sociales, promediaba cerca del 70 por ciento en la década de los noventa, luego promedió poco más de 80 por ciento en la siguiente década y casi llega a promediar 90 por ciento en esta década. Como rasgo del mexicano, la desconfianza no es inmutable, sí cambia. Pero, como muestran estos datos, el cambio ha sido hacia el lado de la desconfianza.

Es inevitable pensar que esta tendencia es perniciosa. Desde Weber y Durkheim, pasando por varios pensadores contemporáneos, la confianza se ha visto como algo positivo, como algo que conecta a los seres humanos bajo fines y objetivos comunes, que facilita la cooperación, que lubrica las relaciones comerciales, que se basa en la reciprocidad, que genera cohesión social y que va acompañada de sentimientos de bienestar individual y comunitario. Por todo ello, la erosión de la confianza podría significar lo contrario a la armonía social. ¿Por qué una sociedad sumamente desconfiada como la mexicana se ha vuelto aún más desconfiada en tiempos recientes? ¿Cuáles podrían ser las implicaciones de la creciente desconfianza?

En su libro Trust: A History (Oxford University Press), Geoffrey Hosking nos recuerda que la confianza refleja las circunstancias y los contextos sociales. Además, nos dice que una vez desatada, la desconfianza se puede propagar como las llamas en un bosque seco. Con esto en mente, habría que revisar las circunstancias que han influenciado la espiral de desconfianza en nuestra sociedad, pero no sin antes tomar en cuenta que la pérdida de la confianza es un fenómeno global, como indican los datos de la WVS y otros estudios similares. La erosión se notó desde mediados del siglo pasado en Estados Unidos y el Reino Unido, donde la confianza cayó de poco más de 50 por ciento a poco más de 30 por ciento en las tres décadas que van de los finales de los cincuenta a finales de los noventa, según reporta Hosking. Comparado con ello, la erosión de la confianza en México ha sido proporcionalmente mayor, además de que la reserva de confianza en esos países es más alta que la nuestra. Resulta crucial no sólo identificar las causas, sino pensar en las consecuencias: el diseño de nuestras ciudades, las relaciones comerciales, la actividad política, los recursos discursivos, la definición de metas y aspiraciones personales, todo, de lo más básico a lo más complejo, se tiñe de desconfianza.

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