Repensar

Adiós, OMC

Mediante el pago de un arancel bajo México podría colocar sus productos en EU, lo que sería imposible si éste deja la OMC o no respeta sus reglas.

En el tiempo transcurrido desde que llegó a la Casa Blanca, Donald Trump ha dejado claro que quiere separar a su país del orden internacional construido después de la Segunda Guerra Mundial. Ya lo sacó de la UNESCO, del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, del Acuerdo de París sobre cambio climático, del pacto nuclear con Irán; amenaza con hacerlo de la OTAN y otros organismos.

En el terreno económico abandonó las negociaciones del Acuerdo Transpacífico (TPP), tiene congeladas las del Transatlántico (TTIP) y obligó a una renegociación del TLCAN. Desató además una guerra comercial con medio mundo, alterando los flujos mercantiles y desestabilizando las finanzas globales. En marzo abrió un nuevo frente al anunciar que proyecta retirarse de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Con su particular estilo, el lunes filtró a la prensa un proyecto legislativo que, de materializarse, incluso haría innecesario que se desafiliara de esa organización.

Argumenta que otras naciones abusan de Estados Unidos. Le cargan a sus exportaciones tasas más altas que las que pagan para introducir ahí sus mercaderías, o utilizan desproporcionadamente otras barreras, que socavan el valor de las concesiones de tarifas que se negociaron. De esa forma se ha convertido en el principal comprador del planeta mientras que los otros no le tienen la misma consideración. El resultado, dice, es que se pone a los productores y trabajadores americanos en desventaja, los desalienta a vender fuera y se alimenta el déficit en bienes, que frena el crecimiento. Con la 'Ley para el comercio justo y recíproco' se pretende dar al presidente herramientas para motivar a sus socios comerciales a aceptar la supresión de esas disparidades. En concreto, se pide que tenga autoridad para decidir la reducción de aranceles y la eliminación de obstáculos o para ajustarlos a niveles equitativos. Se le restarían esas facultades al Congreso, ya que el Ejecutivo sólo estaría obligado a realizar consultas con los comités de Finanzas en el Senado y de Medios y Arbitrios en la Cámara de Representantes.

Derrumbe

En la práctica esto significaría anular los fundamentos sobre los que se ha construido la OMC. Poner y quitar tarifas repentinamente, subirlas o bajarlas arbitrariamente llevaría al desorden y abatiría los intercambios. Imagínese la desesperación de los importadores y la saturación de las aduanas si hay un impuesto diferente para cada producto, varía de acuerdo al lugar de origen y cambia frecuentemente.

Precisamente para evitar eso, los signatarios de los convenios de la OMC se comprometieron a no alzar sus derechos aduanales arriba de un tope (tarifa consolidada), a dar a los bienes extranjeros idéntica consideración que la dispensada a los locales (trato nacional) y a no discriminar entre sus contrapartes (trato de nación más favorecida).

Esto último, procurar a todos por igual, es vital. A diferencia de los primeros tratados, en los que se concedían ventajas exclusivas a los firmantes, en el marco de la OMC cada vez que se elimina una barrera o abre un mercado, debe hacerse lo mismo con los bienes y servicios de todos los miembros. Si se superan los beneficios que se dan a uno, se tiene que dar el mismo mejor tratamiento a los otros, así todos siguen siendo 'más favorecidos'.

Hay sin embargo una excepción: bajo condiciones estrictas los asociados pueden dar acceso especial a sus mercados a países en desarrollo. Eso permite que los que no pueden comprar mucho tengan capacidad de llevar sus incipientes manufacturas a lugares lejanos, de capitalizarse y de ir impulsando sus economías. A la larga serán también buenos clientes.

Antes de que existiera el TLCAN, México operaba bajo ese principio; en caso de que se cancelara, tendría que volver al mismo. Mediante el pago de un arancel bajo podría colocar sus productos en Estados Unidos o en Canadá. Pero eso sería imposible si el gobierno estadounidense deja la OMC o ignora sus reglas y fija gravámenes elevados: lo que pretendiéramos vender resultaría muy caro para el consumidor de allá.

Aprobar esa ley sería como si la Unión Americana se saliera de la OMC sin necesidad de avisar. Sería como si la OMC no existiera. Prevalecerían los tratados bilaterales muy acotados, los estados chicos y medianos tendrían menores oportunidades de expandir sus exportaciones y ni siquiera tendrían donde ir a quejarse de los abusos de los grandotes.

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